domingo, 17 de junio de 2007

Cambios

- Sentada en una esquina del océano, observo como las olas se acercan a mis pies y se alejan hacia el sol poniente. ¿Qué misterio guardan esas voces susurradas por la espuma que confundían los marinos medievales con cantos de sirenas? Realmente el mar, ese vasto espectro que rige el mundo desde un gran foso entre las montañas terrestres, es mi mayor amor, aquel espacio el cual me genera una paz inusitada, que muchos deben compartir conmigo.
Es increíble a veces, como sólo un paisaje, un sonido puede desatar esa enorme e interminable cadena que es el pensamiento humano. Así me sucede cuando en las contadas oportunidades en que puedo escapar a mis ataduras sociales (léase: mi familia) y sentarme en la arena con mis pies jugando a formar dibujos infantiles en el plano dorado, descubro pensamientos dormidos, ocultos detrás de tantos otros rutinarios como: "¿qué hora es? por favor que no sean más de las 7, quiero dormir... LA PUTA MADRE". Son esos momentos mágicos en que recuerdo, inevitablemente recuerdo, y según la intensidad de las olas que amenazan con mojarme, pienso en esos acontecimientos que marcaron y siguen marcando mi vida, aquellas risas, aquellos secretos mal guardados, conversaciones trasnochadas con personas queridas... simplemente momentos inigualables. Son en esos momentos en que los momentos felices trasladan a los momentos difíciles, esos que fueron duras pruebas en mi vida, esos que me demostraron quienes eran cada uno de los que me rodeaban, esos mismos que me ayudaron a crecer.
Y que más. Sigo recordando, soñando despierta mientras otras personas pasan cerca de mí, buscando quizás ese mismo espacio de paz, ese refugio para el alma que es el fondo del océano. Mi mente se plaga de fotografías nunca tomadas realmente, y una sonrisa escapa de mis labios. No cabe duda que hay una sincronía entre el mar y yo, tal vez compartamos ese espíritu salvaje e indomable. O quizás sólo es esa necesidad de encontrar un reflejo en lo otro, para sentirse reconfortado de alguna manera. No lo sé, aún no lo sé. Pero seguí todas esas veces mirando fijo el horizonte, el más allá nunca alcanzable, lo otro.
Así llego a un punto en que tengo mil cosas para decir pero el cómo se escapa de mis manos. Seguramente la próxima vez que me encuentre frente al mar recuerde estas líneas y pueda completarlas... hasta entonces lo único que logro descifrar es que mi interior es un mar en constante Luna llena, que se agita con violencia y decisión. -


*

© 2007 Jaki CS