jueves, 18 de octubre de 2018

Patas para arriba

Me siento completamente desorientada, como si un terremoto y un tornado hubieran pasado por mi vida al mismo tiempo y dado vuelta absolutamente todo.
Sí, lo sé. Parece extremista. Pero, acaso ¿nunca han tenido esa sensación? De que las cosas no encajan, que lo que parecería ser lo correcto al mismo tiempo no lo es... Y que nada, absolutamente nada, tiene sentido en verdad. No, no me refiero a una sensación depresiva de "todo esta perdido, ya no hay nada que hacer". Nada más lejano a eso, sólo tener la absoluta certeza de que nada se encuentra en su lugar. Una certeza pura y calma, casi como la resignación (casi). Es tener esa sensación de que estamos en el hoyo del conejo blanco, boyando en el aire y dando vueltas continuamente, hasta perder la noción de qué va arriba y qué va abajo.
No puedo negar que este estado pseudo-zen de la inevitabilidad del desorden en que se ha convertido mi vida me tiene algo cansada. Pero estoy inmersa en tanto lío que, la verdad, no encuentro el camino de salida. Necesito un faro que me oriente en medio de tanta incertidumbre.

domingo, 7 de octubre de 2018

Desvaríos de un domingo

El día se va oscureciendo, poco a poco las horas avanzan hasta el fin del día. Nada hay que detenga la inevitable ruta del tiempo, que se aparta del pasado hacia un futuro incierto.
Las aves vuelven a sus nidos, los gatos circulan por las calles al amparo de la oscuridad. Poco a poco la noche impone su presencia y nos hace preguntar si usamos bien nuestro tiempo en este día que se acaba. La noche viene con su sombra a determinar que ya no hay mucho que podamos hacer frente a su demandante sed de sueños. 
Así que todos vuelven a sus casas (u otras casas), se refugian en el calor de las paredes y las luces artificiales. Tratan de demostrar que nada tiene que ver la noche y el avance del tiempo con estas acciones, pero no es verdad. El tiempo siempre invita a la noche a cenar, y ella llega con su capa oscura, sin falta.

martes, 25 de septiembre de 2018

Penélope

Ella se encuentra ahí, sentada en el sillón mirando de vez en cuando hacia la puerta. La música de fondo corroe el silencio de sus ojos expectantes. El reloj continúa marcando los segundos, tic-tac, tic-tac, sin detenerse a esperar lo que sea que ella aguarda. Y el paso del tiempo sólo vuelve más cruel la espera, más fuerte la ansiedad. Intenta evitarlo, intenta mirar para otro lado, pero ella sigue esperando una señal, una palabra, una sonrisa. Algo. Sólo espera que suceda finalmente algo.
Pero tic-tac.
Nada la acompaña, ni tampoco el dichoso suceso se da. Ella continúa esperando allí, a que algo mágico suceda y rompa con la espera.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Laberintos

En ocasiones mi cabeza se convierte en un laberinto infinito de pensamientos, una madeja de ideas que parece no tener fin. Es agotador, pensar y repensar. A veces creo que es hasta contraproducente para mi propio psiquis. Sin embargo, no es algo que simplemente pueda evitar. Hay tantas cosas que no conozco, que no sé como encarar, que para poder luchar contra la incertidumbre mi cerebro busca alternativas, elabora escenarios y crea estrategias.
Es absurdo, nada en realidad está en nuestras manos, salvo nuestras propias decisiones. Y cada una de ellas es independiente y desconocida para los demás. Por lo que no importa que tanto conjeture, que tanto intente adivinar. Solo haciendo lo que sinceramente se siente, uno puede continuar con la conciencia tranquila, sabiendo que al final, la puerta del laberinto siempre aparecerá.

sábado, 4 de agosto de 2018

Entrega #9

Gonzalo caminaba bajo la lluvia a paso tranquilo, ya se había empapado por completo, por lo que no tenía sentido correr ni apurarse. Mientras la lluvia le recorría el pelo y caía por su cara, repasaba como había sido su día: los problemas de trabajo, las peleas con su vieja, pero detrás de todo eso estaba el llamado de Natalia del día anterior... No podía dejar de pensar en ese llamado, lo tenía realmente intranquilo. No había noticias de ella en meses, desde que habían terminado, el silencio había sido absoluto. No la culpaba, sabía que gran parte de la responsabilidad era de él, pero el llamado lo había descolocado.
¿Qué ocurría para que Natalia decidiera dejar su orgullo de lado y llamarlo de esa forma? Hacía mil suposiciones, pero ninguna lo convencía del todo. Natalia se había alejado de tal forma de su vida, que él no sabía ni siquiera si seguía viviendo en el mismo lugar... Cuando se dio cuenta, estaba ya en la puerta de su casa. Ahora sólo quedaba esperar, dejar pasar los días hasta el sábado y despejar todas sus dudas.

jueves, 10 de mayo de 2018

Entrega #8

Natalia miraba por la ventana como la lluvia caía incesante sobre la ciudad. Hacia semanas que llovía sin respiro, dejándolo todo húmedo y pegajoso.
“Días así resultan una total pérdida de tiempo”, pensó. Frente a ella, en la mesa del bar, había un cuaderno lleno de garabatos. No tenía ánimos de dibujar, no importaba cuantos cafés se tomara, simplemente su cerebro se negaba a despertar y ponerse a trabajar adecuadamente.
Por la televisión del local estaban pasando una película, lo observó justo cuando estaban pasando una escena de su película favorita: The Big Fish. Edward estaba intentando comprar la casa del pantano. Media sonrisa asomó a su rostro al recordar esa parte... “Ohhh Edward, si supieras que, en realidad, muchas veces es un problema tanto llegar antes de tiempo como llegar cuando ya nadie te está esperando”. Ella lo sabía perfectamente, aunque había costado sus lágrimas aprenderlo. Siempre uno pensaría que llegar tarde es mejor que no llegar, pero cuando uno llega cuando su tiempo pasó... No, Natalia sabía que eso también era malo. Y ahora pensaba, mientras una gota bajaba perezosa por la ventana, si su tiempo ya habría pasado...

viernes, 30 de marzo de 2018

Entrega #7

Gonzalo salía de su oficina, agotado de otro día laboral agitado. Subía a su moto para volver a su casa cuando su teléfono empezó a sonar. Miró la pantalla con hartazgo, pero se sorprendió al instante al reconocer el número. Ya no lo tenía agendado, pero recordaba claramente a quién pertenecía. Atendió.
-Hola?
-Hola... Soy Nati... Disculpa que te moleste a esta hora.
-No te preocupes, Nati. Me sorprende que me llamaras, ¿pasó algo? ¿estás bien?
-Si, si. No pasó nada, solo... Bueno, no sé sinceramente por qué hago esto, pero quisiera que nos juntáramos y tomemos un café, ¿te parece muy loco?- Gonzalo se quedó sorprendido ante su propuesta.
-No, para nada. Decime, ¿cuando queres que nos veamos?
-Te parece... ¿sábado por la tarde? Tengo que ir a Palermo, podemos vernos por ahí cerca.
-Dale, me parece perfecto. Salgo de boxeo a las dos de la tarde. Nos vemos tipo cuatro, ¿está bien?
-Si, dale. Nos vemos en Plaza Serrano el sábado a las 16 entonces.Y... Gonza, gracias.
-No hay problema, Nati. Hasta el sábado.
-Chau.
Cortó el teléfono todavía sorprendido. No imaginaba qué le ocurría a Natalia, pero ella no lo hubiera llamado si no era importante. Subió a su moto y encaró el camino a su casa, sin poder dejar de pensar en ese llamado y lo que le esperaba el sábado.

martes, 13 de febrero de 2018

Perdidos en la niebla

Quizás era la infinita incertidumbre lo que hacía que la niebla impresionara más que de costumbre, pero ella se sintió desolada en medio de la luz difusa de la mañana. Miró hacia todos los costados, pero hasta donde alcanzaba su vista, la niebla lo cubría todo.
Gritó. Fuerte y hasta que le dolieron las cuerdas vocales, tratando de encontrar el camino, alguna señal de vida que le mostrara hacia dónde seguir. Pero nadie respondió. La niebla lo absorbía todo, incluso el sonido de su respiración. 
Sola y con miedo, cayó de rodillas, se dejó caer hasta sentir el suelo bajo de sí. El contacto con la tierra le dio una esperanza, no todo era niebla, al menos el suelo era firme. Se quedó acostada allí, hasta que el sol se elevó en lo alto. Sabía que debía levantarse y comenzar a avanzar, hacia algún lado, aunque no supiera cual, pero volver a estar de pie la asustaba. Se sentía atrapada en la seguridad del suelo...
De repente, un sonido captó su atención. En medio de la niebla, una voz logró atravesar el espacio hasta sus oídos. No podía distinguir las palabras, pero comprendió el tono de urgencia, el mismo que ella sentía en su interior. Obligó a sus manos a apoyarse sobre el suelo y levantar su cuerpo. De pie, buscó la dirección de la voz, gritando a su vez, para intentar guiar a su interlocutor hacia ella también. A medida que avanzaba en la niebla, sus pies pasaron de caminar con cuidado a correr, siempre siguiendo el sonido de la voz que cada vez era más claro, hasta que en un momento, el silencio volvió a hacerse presente. La voz dejó de escucharse. Ella se detuvo en seco, con el corazón latiendo fuertemente y la desesperación asomándose en su cuerpo. Giró. Giró para todos lados buscando algún indicio. Volvió a gritar, pidiéndole a la voz que volviera. Pero el silencio era su única respuesta. 
Una lágrima comenzó a caer por su mejilla cuando notó algo irregular en la niebla. Parecía como si hubiera tomado vida y se acercara hacia ella. No tuvo tiempo de procesar lo que veía hasta que lo tuvo frente. Ahí había alguien, otro ser que también estaba entre la niebla solo. Se quedó paralizada mirando como se acercaba. Quiso hablar, decir algo, pero su voz se había perdido en alguna parte de su garganta, solo pudo articular unas pocas palabras mientras miraba al hombre parado a solo unos pasos de ella.
-¿Eras tú... quien gritaba?- Dijo, aún desorientada y sorprendida.
-Sí, yo estaba llamándote. Escuché tu voz y supe que debía buscarte. Sabía que en algún lugar, entre toda esta niebla, te encontraría.- 

lunes, 5 de febrero de 2018

Entrega #6

Las lágrimas caían por su rostro. A medida que el reloj continuaba su avance, el dolor se arraigaba más, corroyendo su interior.
Hacía días que apretaba los puños, que buscaba poder contener todo ese peso que se estaba acumulando sobre su espalda, pero había llegado a su límite. El día pasó expectante, esperando una señal, deseando que todas sus hipótesis se derrumbaran en un solo segundo. Pero el tiempo pasó, nada ocurrió y finalmente se desplomó como un castillo de naipes expuesto a un huracán.
Así la encontró Sofía, arrinconada en el sofá, abranzandose las piernas a medida de que su cuerpo subía y bajaba con cada lágrima.
-¡Nati! Linda, pero ¿qué paso?-le preguntó corriendo a su lado. Ella negaba con la cabeza oculta entre sus brazos, pero Sofía no se contentó con esa respuesta, por lo que le insistió. -Dale, Na. Decime, por favor, qué te pasa. ¿Por qué estás llorando?- Natalia levantó su rostro y la miró con los ojos hinchados, decidiendo si comenzar a hablar o no...
-Es que... Ya no puedo más, Sofi. Ya no soporto más esta incertidumbre... Estoy cansada, agotada de pensar y re-pensar posibilidades, dar excusas qué sé que no son más que eso. -Natalia comenzó a elevar la voz a medida que todo su dolor salía fuera de ella- Llegué a mi límite, me siento una misma nada, una mierda. No valgo un carajo y por eso no merezco ser querida por nadie... ¡Eso me pasa!- y continuó llorando con su rostro nuevamente entre los brazos. Sofía la miraba atónita. Algo claramente había pasado ese día para que su amiga se sintiera de esa manera, pero sabía que no era el momento de presionarla. Ella le contaría cuando llegara el momento, por lo que, simplemente, se sentó junto a ella en el sofá y la abrazó, obligándola a recostarse sobre sus piernas. Natalia cedió ante su cariño y se recostó en el sofá, dejando que sus lágrimas desagotaran toda la angustia que había estado acumulando.

miércoles, 17 de enero de 2018

No lo sé

Quizás hay quienes se jacten de tener la respuesta en todo momento. Hay quienes se sienten orgullosos de decir "¿no lo sabes?". Pero yo no. Nunca fui de aquellas personas que tratan de impresionar al otro demostrando sus conocimientos. Nunca pude ponerme en ese papel donde no importa cuál sea la pregunta, yo daría una respuesta. Porque siempre sentí que ganaba más con la humildad del no saber que con la prepotencia de querer responder.
Me siento bien diciendo "no lo sé", porque eso me ayuda a seguir aprendiendo, investigando, descubriendo.

Eso hace la vida un poco más interesante, ¿no lo creen?

miércoles, 10 de enero de 2018

Propuesta indecente

¿Te atreves?
En estos momentos, mi cuerpo desnudo, relajado sobre la cama, solo piensa en las caricias de tu parte que quisiera recibir.
Será el calor agobiante, el vaso de vino o la gota de sudor que me recorre la espalda, lo que me genera estas ansias de seducirte, esta necesidad totalmente irracional de decirte: Si te atreves, ya nada importa... "Una aventura es más divertida si huele a peligro".

domingo, 7 de enero de 2018

Entrega #5

Estaban los dos recostados en la cama, uno junto al otro, con los brazos bajo sus cabezas y las piernas entrelazadas entre las sábanas revueltas. Sus miradas somnolientas perdidas en el techo y el cansancio de sus cuerpos sudados eran el rastro del sexo que habían disfrutado durante toda la tarde. El sol por fin había caído tras los edificios y la resaca del atardecer daba una extraña ambientación al silencio dentro de la habitación.
De repente, Gonzalo estiró el brazo y rodeó la cintura de Natalia con él, devolviéndola al presente.
-Estás muy callada.- Le susurró al oído.
-Sólo estaba pensando...- Respondió ella, aun con la mirada perdida en el techo de su habitación.
-Dime, ¿en que pensabas?- Gonzalo se dio vuelta hacia ella y, apoyándose sobre uno de sus brazos, la miró fijo hasta que Natalia no tuvo otra opción que voltearse a mirarlo.
-¿Qué planes tenemos? -mencionó de golpe- Digo, sé que nunca hablamos de esto, pero necesito saber qué es esto que compartimos...- Lo dijo en voz baja, casi como avergonzada de expresarlo. Pero él sabía que no había más que sinceridad en su pregunta, y con un suspiro contestó:
-No me había puesto a pensar en ello. No lo sé, sabes que no me llevo bien con los rótulos y esas cosas, pero sí sé que estoy bien contigo y me gusta todo lo que compartimos... ¿Qué es lo que vos queres?
-Gonza, yo quiero una persona que esté a mi lado y que busque construir cosas conmigo. Ya pase mucho invirtiendo mi tiempo con hombres que a los dos o tres meses ya no volvía a verlos, o me agotaban, o me aburrían. Sinceramente, quisiera estar con alguien que me complemente, que busque compartir conmigo su vida. -Gonzalo la miraba serio, pero no emitió palabra- Qué sé yo, quizás no lo parezca o te parezca absurdo, pero debajo de toda esta capa ácida sigo siendo una romántica empedernida...
-No creo que sea absurdo, ya sé que debajo de toda esa crema de limón con la que tratas las cosas, hay un corazón de dulce de leche...- Y lentamente bajó su cabeza hasta la de ella, besándola con ternura. Luego de unos instantes, apoyó su frente contra la de ella mientras decía- Y créeme, yo no sé si soy exactamente ese hombre que decís, pero sé que no quiero que pases de mí en uno o dos meses más... -La miro a los ojos unos segundos que parecieron eternos y finalmente le dijo- Quiero estar con vos.
Natalia lo miró largo rato y luego lo tiró contra el colchón, subiéndose sobre él y besándolo apasionadamente mientras el sol terminaba de ocultarse del todo y la noche tomaba a la ciudad.