jueves, 27 de noviembre de 2008

Llueve

La noche se extiende sobre las calles, escondiendo sombras de la vista. El silencio se expande como plaga sobre el asfalto reseco. La tensión aprisiona el aire, y una electricidad se hace presente.
Lluvia. Anhelada y poderosa lluvia que viene desde lejos a traer descanso a estos días de infierno.
El viento levanta las hojas, las nubes cubren el cielo. Fricción. Locura alterante de la mente. Todo se vuelve tormentoso a medida que avanza en tiempo. ¿Qué hacer entre tanto silencio? Las gotas comienzan a caer, el suelo absorbe rápidamente cada milímetro de agua. Olor a tierra mojada. Tan refrescante y extrañado, despierta sensaciones olvidadas.
Lluvia. La lluvia con su misterioso poder de renovación cae sobre el techo, haciendo continuos golpecitos sobre la chapa. Lluvia y Viento. Agua y Tierra. Misteriosa purgadora de energía, vienes hoy a darnos el descanso luego del castigo de Sol. Lluvia de primavera.

domingo, 23 de noviembre de 2008

El reloj de arena

Se dice que un Reloj está oculto en medio de un desierto impenetrable. Custodiado por los espíritus de la Arena y el Fuego, controla el tiempo en todo el universo. Se dice también, que hay un día en que la Luna y las 9 Estrellas Mayores se congregan sobre el Templo del Reloj, para cuidar que su reliquia siga protegida.
Un desierto de arena interminable, y un Templo de piedra en su mismo centro. Y el Reloj. Un reloj de arena que tiene el poder de manejar el pasado, presente y futuro. Un sueño increíble.
Sin embargo, hay algo que también dice la Leyenda del Desierto: Lo que corre por el reloj, no es sólo arena, sino que cada grano de aquel Reloj que cae, representa el paso de la vida a la muerte de un ser de este universo. A cada segundo que transcurre, la muerte de alguien se hace arena en el Reloj. Al instante en que el reloj deje de correr, el tiempo de todos, habrá terminado.
Es la Leyenda del Reloj de Alef-Kat. Una leyenda secreta que marca el continuo infinito del tiempo y el espacio, que representa que en sólo un grano de arena, puede contenerse todo el universo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Dulce Noviembre

Estamos en los últimos 50 metros del año, y vienen a mi cabeza un sinfín de pensamientos del tipo reflexivos, característicos de este momento del año. No sé bien por qué, pero siempre Noviembre fue un mes jodido en mi vida. Siempre me tienen de acá para allá con el estudio, la familia, los amigos, con todo. Seguramente a ustedes les ha pasado igual. Pero no puedo evitar en la reflexión de por qué tanto empeño con este mes en mi vida. No hablo de los últimos años, sino de siempre: Noviembre es literalmente un mes de locos.
Este año en particular, he llegado cansada de más. La facultad me ha hecho bailar un candombe bien movido. El trabajo me abandonó, y el resto, bueh, mejor no hablar de ciertas cosas, diría Luca.
Y como venía diciendo, recaigo (aunque no es cosa extraña en mi) en las reflexiones sobre el año en su conjunto. Recuerdo los primeros días de Enero, el bello otoño de Mayo, caminando entre las hojas secas. Caigo en el frío de Junio, mi cumpleaños, las risas compartidas esa noche con mis amigos. El inicio de la Primavera y las salidas con mi hermana del alma. Llego a Octubre y su siempre fiel recuerdo secreto. Caigo en la cuenta luego de todo esto, que este año, llegado el momento de armar el balance, he perdido mucho de lo que había ganado, pero lo he perdido por decisión propia, ya que he logrado vencer a mis miedos (en parte) y logrado hacer muchas cosas que antes no podía, o no me permitía.
Y ahora, a pesar de haberme quedado con menos cosas de las que tenía, prefiero estar así y seguir perdiendo si es necesario, sólo por seguir viviendo una vida en la que yo tenga el control sobre mí misma. En que no tenga que pedir permiso para hacer algo. Y principalmente, en que deje de pedir perdón cuando no hay nada que perdonar. Simplemente, en los resultados del balance, por más que el saldo sea negativo, prefiero perder y no arrepentirme de nada, a levantarme mañana y darme cuenta que guardé cosas que finalmente no hay nadie a quién dárselas.
¿A ustedes qué les parece?

jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Y si confieso que no sé que hacer?

Puedo decir muchas cosas, puedo mentir descaradamente, y ocultar mejor que un camaleón mis pensamientos entre tantas otras ideas que salen de mi boca. Puedo esta noche quedarme acostada mirando el techo, pensando y repensando, elaborando complicadas hipótesis y dejando mis palabras al costado de mi cama a medida que las horas pasan. O bien, puedo sentarme frente a mi computadora y escribir lo primero que me pase por la mente al tiempo que escucho un tema que me recuerda a un amor perdido, pasado. Puedo a su vez, escribirle a él, diciendo que extraño su perfección, su saber entenderme, saber siempre que era lo que yo necesitaba. Podría decir y jurar que lo amo y lo amaré toda la vida, porque es lo mínimo que merece alguien como él, porque es de esos amores que te marcan a fuego, que por más que nunca más vuelvan, uno los atesora como un preciado recuerdo. Pero admitiendo que ya pasaron.
Sin embargo, puedo optar por escribir sobre otra persona, una que no sabe lo que pasa por mi cabeza, o lo disimula muy bien. Otra que no es perfecta, que logra exasperarme como ninguna otra. Una persona que para algunos no les llame la atención, pero que para mí es importante. Alguien que logra que esté tranquila. Alguien que logra robarme mis espacios y toma protagonismo hasta en mis textos. Alguien que me roba el sueño, aunque no se entienda por qué. Puedo decir muchas cosas, dejarme al descubierto. Reconocer que misteriosamente algo me une. Y no puedo escapar a ello. Lo intento, lucho desesperadamente contra ese imán... Pero me viene ganando, me sigue atrayendo a pesar de mis intentos de lo contrario.
Y puedo esta noche acostarme pensando en esa persona, puedo borrar este texto para que nunca lo lea. O puedo publicarlo, mandar todo a la mierda, y seguir con mi filosofía de Ganas de...
Puedo hacer muchas cosas, pero la verdad, no tengo idea qué puedo hacer.

martes, 4 de noviembre de 2008

Ganas de...

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Es curioso como a uno se le ocurren las ideas, como uno descubre esas palabras que desea decir... Quizás en el momento de contrastarse con otra postura, sea análoga o discordante con la nuestra, eso no importa ahora, simplemente importa saber que uno halla esas palabras necesarias para decir las cosas que no se animó a decir, o que las dijo pero no se animó a divulgar. Es enfrentarse con nuevos medios para contar, para relatar o para expresar las ideas que corren carreras por nuestras cabezas.
Y se llega al punto de lucha: animarse o no animarse. Ya la idea está, existe. Las palabras aparecieron, pero la duda sigue ahí, mirando con sorna nuestro análisis del próximo movimiento.
Y me digo que ya fue. Que es inútil seguir escondiendo ciertas cosas. Que no vale la pena vivir una vida con temor a decir lo que uno piensa, o siente. No es algo que ayude en lo más mínimo. Y finalmente estoy en posesión de mis palabras, pudiendo decir que tengo ganas de hacer lo que quiera hacer. Ganas de una vida donde pueda reírme de mis miedos. Ganas de que exista un mundo donde los espejos no reflejen, ganas de seguir adelante sin importar las consecuencias, ganas de que mis sentimientos sean libres de las cadenas de mis neuronas. Ganas de un mundo donde las formulas no existan y los deseos sean cosa cotidiana. Ganas de que si me equivoco me lo digan y poder seguir adelante, remendando mis errores y disfrutando de mi aciertos.
Tengo ganas de vivir sin temor a perder. Ganas de que pueda mirarte a los ojos y estar tranquila con vos. Ganas de que todo se vaya al carajo si así tiene que ser, y el día de mañana no tener que arrepentirme de nada. Tengo ganas, definitivamente, de no pensar. Ganas de demostrarte qué soy capaz de hacer por lo que quiero y ganas de que darme la oportunidad de vivir esto que siento, aunque implique luego sólo un bello recuerdo. Tengo ganas de no tenerte miedo ni a lo que puedas decirme. Es tan sencillo, que termino teniendo ganas de decirte que mis secretos nunca fueron secretos en realidad, que siempre estuvieron allí para que los mires si eso realmente quieres. Finalmente, tengo ganas de seguir caminando, con tu compañía o sola, pero no tengo ganas de detenerme.


*En honor a J. Sabina y su tema: