jueves, 8 de abril de 2010

La manzana prohibida

Me siento Eva, arrodillada ante el árbol de la vida y apreciando aquella manzana deliciosa, reprimiendo en deseo ante las palabras prohibitivas de el Señor. Y como aquella vieja historia en la cual nunca creí, vi a la Serpiente diabólica tentándome, diciéndome que esa manzana era una delicia y el verdadero pecado sería no probarla, no disfrutar de semejante placer.
Pero no, no podía. El pecado original marca mi destino según la iglesia católica. Y ahora estando frente a la manzana del deseo: esos ojos celestes deslumbrantes, ese marco de pelo rubio, esa sonrisa tan natural y su expresión despreocupada que conforman mi camino a la perdición; aunque no sé si lo que estaría abandonando es el paraíso, sé que probablemente me haría salir envuelta en llamas hacia un mundo completamente ajeno, con acusaciones y censuras por todos lados.
Nunca imaginé que la manzana del deseo tuviera forma masculina. Ni mucho menos pensé que podría ser tan malignamente obsesiva. Hace días que se posó frente a mis ojos y no me deja huir, me persigue hasta en mi propios sueños. Me siento Eva, sentada frente al árbol y sin saber para qué lado correr... Sin embargo, no puedo evitar que mis labios se imaginen el sabor dulce que tiene la prohibición.

domingo, 4 de abril de 2010

Hojas de cristal

Sigue caminando niño.
Sigue tu camino hacia adelante,
busca entre las ramas
a los ocultos pájaros cantores.

Paso a paso, sigue andando,
con el sol a cuestas
y el futuro escapándose de vos,
camina con cautela
y no pises las hojas de cristal.

Hojas de cristal
cayendo de los árboles.
¡No las pises!¡No las rompas!
Que de tan frágiles se quiebran.

 Niño, sigue con tu mundo,
soñando música en el aire.
Niño, no temas, que esos galpones
no pueden atraparte.

El camino siempre te espera,
ve, corre tras la Luna.
Pequeño guerrero de plata,
no dudes en avanzar.
Pero ten cuidado con las hojas de cristal.

Hojas de cristal
cayendo de los árboles.
¡No las pises!¡No las rompas!
Que de tan viejas se marchitan.

Como hojas, hojas de cristal
que guardan secretos.
En ellas mi historia está escondida,
al costado el camino,
pero ten cuidado que de frágiles
se quiebran.

viernes, 2 de abril de 2010

Palabras cruzadas

Y su voz sonaba a cuchillos atravesando el aire, destinados directo a su cuerpo inertemente posado sobre la pared. Cada palabra significaba un suicidio anómico que buscaba arrastrar de él lo último de humano que todavía quedaba en su ser. Buscaba el dulce sabor de la venganza, a pesar del amargo que sentía con cada muerte de aquel ser, que tanto había visto crecer, que tanto había soñado tener. Ahora el sabor sucio y empalagante no lograba calmar su malestar. Siguió y siguió apuñalándolo con sus palabras, con su mirada, con su aprecio mal disfrazado de rencor. No se detuvo hasta que el cuerpo cayó al suelo, vacío de toda esencia, de toda humanidad. Un montón de harapos de piel aviejada y sin color.
Tanto había hecho por aquella criatura para verla volar, ahora contempla sus escombros, reconociendo en su interior que habiéndolo matado, había muerto también parte de su ser.