miércoles, 28 de mayo de 2008

Fin del recorrido.


Abrí mis ojos una mañana con la luz del sol pegándome en los ojos a través de la cortina. Ya el ayer me había abandonado, y un nuevo día, con sus horas inciertas, me amenazaba con obligarme a afrontar el mundo exterior. Él ya se había ido, como de costumbre, sin decirme cuándo volverá. Sin embargo, yo quedé allí, en mi cama acostada, pensando en sus besos, sus caricias, sus sueños compartidos con los mios, mientras que su brazo sujetaba mi vientre desnudo bajo las sábanas. Algo me decía que esa noche no se repetiría. Su mirada, sus besos, sus caricias guardaban una agridulce sensación de última vez, que me hizo guardar en lo más profundo de mi ser aquella velada. Ya era hoy, ya las horas marcaban su tiempo, alejándose del mío. No se despidió, casi nunca lo hacía; un "hasta luego" era todo lo que me decía.
El ruido de una vida desarrollándose fuera me obligó a levantarme de mi cama, ir hasta el baño y meterme bajo la ducha tibia. No resistiría mucho más así. Debía de hacer algo. Sus ojos aún miraban los míos en el recuerdo. Mi piel aún estaba como gallina al pensar en su cuerpo ofreciéndome placer. Todo continuaba ahí si me lo proponía, salvo él. Su cuerpo ya no estaba junto a mí, ni sus ojos me miraban. Sólo yo, bajo la ducha, con mi vida esperándome en el placard. ¿Cómo aceptar dejar ir algo que hace tan bien? Difícil. Pero no me queda otra, se fue y no volverá. Fue la última vez, me regaló esa última noche de placer y lujuria, de miradas que se entendían solas y besos que demostraban deseos ocultos. Fue una noche como nunca habíamos vivido, fue una noche como nunca volveríamos a vivir. Su regalo de despedida fue la absoluta perfección de esa unión que al despertar desapareció. Debo, simplemente, vestirme y salir a la calle, guardando todo aquello. Lo pasado no vale la pena arrastrarlo al presente, sus besos quedarán grabados en mi piel, sus palabras en mi alma, como souvenirs de una historia vivida. Ahora sólo me queda salir al mundo con la mirada calma, buscando a otra persona que me lleve al fin del mundo.

Un recuerdo más

Cuenta una vieja historia, que una vez alguien me contó, que lejos de este mundo existe una tierra de dragones y princesas, de magos y guerreras, donde el Sol nace cada mañana para morirse cada atardecer, siempre renaciendo, siempre muriendo. Allí la Luna es guardiana de la vida, embajadora de los poderes del universo. Cuentan que su templo es una visión de ensueño, con columnas de cristal, y pisos de malaquita. Un patio de flores blancas con una fuente inmortal en su centro.
En ese mundo lejano, existen las guerras, los héroes, las mentiras, los amores prohibidos, los engaños, las traiciones, los amigos, los hermanos perdidos, los sueños, el dolor y la felicidad. Allí todo se conjuga de manera tan real como nuestra realidad. Allí los niños crecen deseando ser cazadores, ser guerreros, ser leñadores, princesas, hechiceras, curanderas. Allí las mascotas son tigres, dragones pequeños, águilas, serpientes. Allí los viajes van más allá de las fronteras del mundo, hacia otros donde cosas diferentes les aguardan a los visitantes. En esa tierra de verdes praderas, montañas azules, mares infinitos, los recuerdos quedan guardados en cofres de cobre, y las ilusiones bañan el aire con un aroma fresco y jovial.
Cuenta la historia que muchos años atrás, una niña que nació para princesa, fue separada de su hermana cuando ésta tuvo que viajar. Sus padres habían muerto y ellas sólo se tenían la una a la otra. Sin embargo, cuando la separación se hizo inevitable, la niña menor quedó a cargo de una hechicera hasta que su hermana mayor volviera. Los meses pasaron y el alejamiento fue doloroso para las hermanas.
Siete meses después, cuando la niña mayor volvió a su hogar, no encontró a su pequeña hermana ni a la hechicera. Ambas desaparecieron y nada pudo saber de ellas. Tanto fue el dolor que sintió que las nubes lloraron con ella la perdida. Mas la niña no se quedó en el lugar, y fue en busca de su hermana perdida. Así recorrió ese extravagante mundo, cruzó a los más lejanos; los años la convirtieron en una guerrera errante que nunca permanecía mucho en ningún lugar. Hasta que sus opciones se agotaron, sólo quedaba un lugar posible donde buscar, y así entró a nuestro mundo, convertida en una mujer entre muchas. Y aquí siguió su búsqueda, nunca bajando los brazos, llorando, acompañada de las nubes, a su hermanita. Y cuando las esperanzas estaban por terminarse, escondida detrás de muchos niños en una escuela, por fin encontró a su hermana perdida...
Ahora ellas viven juntas aquí, compartiendo una vida en este mundo tan real, tan falto de dragones y princesas, con perros y gatos de mascotas, con administradores, psicólogos, médicos, empleados, amas de casa, vendedoras. En un mundo de nubes pasajeras, y mares grises. En este mundo en que el amor, el odio, la traición, la amistad, el dolor y la felicidad también existen, pero de manera diferente. Pero todo ello no afecta a las hermanas, porque sólo el cariño que existe entre ellas y el vínculo imperecedero es lo que les importa.






*Cursi quizás... Pero es lo que hay. No tengo ganas de escribir cosas dramaticas, más que nada porque sólo hay un lugar de donde saldrían, y no vale la pena.*

lunes, 26 de mayo de 2008

Una parte de mi vida

Robo las canciones de otros autores, las hago propias, las canto con el alma, como si hubiese sido yo quién las escribiera una vez. Esas palabras que me sirven de escape a todo el maremoto que hay en mi interior. Cuanta paz que me genera poner alto el volumen y acompañar las canciones.
Curioso el sentimiento universal, que es tan único en cada ser, pero globalizado en las palabras.
Pasión, amor, locura, deseos, rencores, dolores, tristezas, todo atraviesan el tiempo y el espacio en forma de letras, tonos, acordes. Que rompen fronteras, estructuras, barreras. La música es algo que a quién realmente sabe vivirla, sentirla, cantarla, tocarla, forma un escape de la realidad, que nos conecta con nuestra vida más que cualquier otra cosa. Que no tiene calificativos, ni excepciones. La música, como tal, es algo que no se puede explicar, sólo se puede sentir.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Un poco de todo

Recien llego a mi casa, después de un día normal, habiendo cumplido mi deber de estudiar en la facu, yendo a comer con mis compañeras, reirme, y todo lo que hace una persona normal. Cuando volvía para mi casa en el colectivo venía escuchando el mp3, pensaba que a pesar de la relativa tranquilidad con la que vivo, disfruto de mi vida, de cada momento que pasa, en ver las nubes en el cielo contrastando con el sol, los chicos saliendo de la escuela, y la rutina de las personas que pasan por la calle. Y todo esto me llevó a una pregunta: ¿Por qué mucha gente viaja con cara de amargada? Sí, lo sé... Parecía que esto tomaba un camino corriente, pero es algo que no logro entender. No digo que alguien no pueda estar de mal humor y eso, pero hay muchas personas que parecer disgustarse en tener que vivir comunmente. No acepto la queja de que "se viaja mal, no es lo de antes" porque he visto esa misma mirada que me deja desolada por el mundo en gente que viaja sentada y sin incomodidades. Es como si sufrieran por vivir. Realmente, no lo entiendo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Complicaciones simplificadas.

Continuando la línea del tema planteado en Simplicidades complicadas.

Un mundo de complejidades que tendemos a simplificar. Eso es gran parte de nuestra vida, un mundo de complejas relaciones que solemos describirlas como cosas sencillas. Principalmente las relaciones humanas. La frase: "la vida es sencilla, nosotros la complicamos", quizás haga referencia a eso, o no. ¿Lo ven? Ya dilucidar eso se vuelve una tarea que solicita su tiempo, su reflexión, su momento de estrellato en nuestras mentes deseosas de ocuparse en alguna cosa. Desde lo más microscópico hasta las montañas tienen su complejidad. En el medio: estamos nosotros.
Un complejo sistema que tendemos a simplificar, cual si fueran ecuaciones, siempre llevando todo a la mínima expresión. Eso mismo nos acosa cada día, a cada momento en que tenemos que pensar en el mundo que nos rodea. Los problemas, los estados de animo, los sentimientos, las personas. E insisto, más aún cuando se trata de nuestras relaciones con otras personas. Los sentimientos (sean cuales fuesen) son las víctimas más frecuentes de este tipo de simplificaciones. Cuando conocemos, calificamos, clasificamos y etiquetamos a las personas, estamos simplificando sus existencias, sus vidas, sus historias, lo que significan para nosotros.
Todo se vuelve una planilla que se llena y se presenta ante el jurado de la vida; un amigo, una pareja, una persona que no se ajusta a ninguna de las dos características, todas ellas se catalogan de una manera, cuando en realidad cada uno es algo individual, algo que merece su propia explicación. Pero no la damos, nos quedamos con el "amigo" o la etiqueta que mejor se ajuste al caso. Hasta que llega el momento en que la etiqueta ya no nos sirve más, cuando tenemos que replantear quién es esa persona que tenemos al lado, qué nos significa. Ahí recién caemos en la cuenta de que en realidad ese ser tan sencillo, ese catalogo de personas no nos sirve, que no hay una palabra para describirnos todo eso que nos produce una sola persona, un sólo minuto con ella. Y todo se va al infierno. Toda la estructura organigramica es completamente inútil. Por más que lo intentemos, las relaciones humanas son algo complejo que no podemos simplificar por completo, en algún momento el cuadro se rompe y nos quedamos mirando las cosas sueltas en el suelo, intentando armar un rompecabezas... Como eso que armábamos de chicos, de mil piezas que nunca terminábamos de encajar.
¿Qué tantas otras cosas tendemos a simplificar? Creo que es algo complicado de pensar, porque ya el pensamiento diario es algo simplificado. La espontaneidad actúa constantemente en nosotros, tal como lo dijo la filosofa Agnes Heller, sino nuestra vida sería algo imposible de realizar. El nivel de razonamiento humano es la mayor virtud, y a su vez la peor maldición, del ser humano. Los caminos que puede tomar un pensamiento son innumerables, y no hay día en que no podamos dejar de sorprendernos de ellos. Si nos detuviéramos a analizar racionalmente todo aquello que hacemos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, el dolor de cabeza sería general; imaginense pensar en cómo es que podemos levantar una tasa de la mesa, o cómo es que podemos subir una escalera. Sería una locura, por eso es que no lo hacemos. Simplificamos las cosas para no tener que perdernos en explicaciones, quizás, innecesarias. Pero a mi opinión, creo que simplificando tantas cosas, metimos en la misma bolsa algunas que valdría la pena rescatar.



*Me fue bastante difícil poder llegar a un texto que exponga más o menos el tema de las Complicaciones simplificadas. Aún no estoy muy conforme, pero mejor postearlo de una vez.

viernes, 2 de mayo de 2008

sin título aún...

Parada en la esquina de la vida
recordando pasados de un mundo irreal
sueño con tu partida y quisiera verte regresar
y no puedo y no quiero y voy negar
que quisiera verte regresar
y no voy y no puedo y no pienso olvidar
todo lo que una vez vivimos

desde la esquina de mi vereda
vivo en una vida inventada
sueño despierta con ilusiones baratas
jugando a ser algo de lo que fui

y no puedo y no quiero
y no voy a olvidar lo que vivimos
y no voy, y no puedo, no quiero
evitar soñar con tus besos
y no intento, no olvido,
no logro imaginar otra piel
que me haga temblar
que me haga enloquecer

Sigo deseando encontrarte a cada paso
sigo buscandote entre la gente
buscandote entre los arboles
como jugando a la escondida
entre tu vida y la mia

Y no quiero, no pienso, no voy a aceptar
que te fuiste de mi vida
Y no puedo, no logro, no sueño
con un futuro que no te incluya
y no vivo, no muero, no puedo hacer
nada más... que intentar olvidarte
y no quiero...



Hacía mil años que no escribía un tema, pero este me salió sólo... Me gustaría poder manejar un poco a mi antojo mis inspiraciones...

jueves, 1 de mayo de 2008

Tonta...


Me siento como una niña tonta parada bajo la lluvia. Me siento como una chiquilla que sólo quería ser feliz y no lo logró por cometer errores tontos. Me siento ilusa, confusa, triste, inocente, absurda, idiota, infeliz, tonta, inconsciente, y más. Me siento realmente tonta al intentar querer sentirte y no poder. Me siento como si no fuera más que una niña que se quedo sola mirando irse a su niño, sabiendo que no lo volvería a ver. Me siento de tantas maneras, pero ninguna me hace sentir mejor. Simplemente me siento tonta por haber tenido que hacer una pregunta que quizás no debería de haber hecho. Pero así se dieron las cosas, no me queda más que esperar ver lo que el tiempo me depara... Pero hoy no puedo evitar pensar que me siento como una nena tonta, la que alguna vez me iba a tocar vivir.