domingo, 31 de octubre de 2010

Reflexión 24va.

El problema no es que cueste ser feliz, ni siquiera que haya que atravesar un océano de lágrimas para llegar a un paraíso de tranquilidad.
El problema no se funda en que todo en la vida hay que pagarlo, ni tampoco en que muchas veces el destino cobra por adelantando.
El quid de la cuestión es que muchas veces nos cegamos, hartos de ver los malos momentos, que cuando las cosas buenas suceden, se nos pasan por alto.
Ahí es cuando estamos complicados.

domingo, 24 de octubre de 2010

Inicio de algo mejor, segundo avance

Santiago casi no podía creer su buena estrella al ver como se abrían las ventanas del segundo piso y su musa se asomaba al balcón. Había pasado más de una hora desde que llegó a ese lugar, siguiéndola. Por suerte, ella no se había percatado de su presencia, y hasta el momento nadie parecía preocupado por él. Se había sentado en la puerta de un negocio cerrado; si alguien hubiera pasado por ahí, supondría que estaba esperando a alguien. "Y no es tan errada la conclusión", se rió para sus adentro. No había nadie en la calle, la gente se refugiaba en sus casas a penas caía el sol. Santiago se levantó del piso y encaró para su casa, había conseguido dar un gran paso: Ya sabía dónde vivía la mujer de su dibujo...

Sigo buscando las palabras adecuadas para darle forma a esta historia.

sábado, 23 de octubre de 2010

Te lo agradezco, pero no

No sabía como decirlo. Estaba frente a mí, mirandome con esos ojos de cachorro mojado, llenandome de culpa por tener que ponernos en esa situación. Ambos sabíamos que la cosa no daba para más, que todo lo pasado había desembocado finalmente en el mar interminable de lágrimas y sal. Y yo no quería ahogarme.
Me quedé pensando las palabras, a medida que la conversación se arrastraba sobre preguntas cerradas e inconexas. El momento se volvía aspero y sin sentido. Poco a poco, se fue formando la atmosfera, cargada de ese malestar preliminar a las noticias tristes. Se hizo el silencio previo a la tormenta.
Cuando levanté la mirada, me encontré con una expresión de resignación, que no se condecía con las palabras de seguridad que salían de su boca: de que podíamos solucionar las cosas olvidandonos de ciertos hechos que habían pasado. En lo más profundo de su ser sabía que esto era culpa de los dos; que no había sido la única en tomar las decisiones que nos llevaron al punto de decirnos adiós.
Finalmente me levanté de la mesa, con el peso de mis palabras colgando de mis piernas. Parte de mí quería quedarse ahí, hacer lo imposible por remontar el barrilete en la tempestad, pero ya no había más chances en este tiempo. Ya se acabaron los intentos disponibles.
Lo miré por última vez y seguía ahí la misma expresión de resignación. Me fui lo más rápido que pude, huí de esa mirada, que tan bien me conocía, antes de caer nuevamente en el abismo de mi perdición. Nunca dejaré de quererlo, de eso estaba segura, pero había llegado el momento de comenzar a buscar mi propio rumbo... De encontrar aquello que me diera más felicidad que ganas de llorar.

jueves, 21 de octubre de 2010

Homenaje

Yo sé que, para vos, la culpa fue de la fatalidad. Mía primero, y después de la fatalidad. Claro; es fácil sentirte dueña de la verdad mirando las cosas desde una perspectiva definitiva. Pero no es el caso, no es mi caso. Hay dias enque me asfixia la necesidad de tenerte enfrente, de que me escuches aunque sea a la fuerza, hasta que termine de decirte lo que tengo para decir. Si tanto confias en tu manera de ver lo que pasó, ¿por qué no escucharme, aunque ya sea demasiado tarde, como sabemos de sobra los dos?
Puras mentiras, Juan Forn.-

viernes, 15 de octubre de 2010

Y va

Como espuma que flota entre los restos de ola sobre la arena, siento levitar cada célula de mi cuerpo en sintonía con el vibrar el suelo. Busco ondas hipnóticas que favorezcan el esclarecimiento de tal sensación sedante.
No existe, no hay explicaciones ni motivos aparentes para sentir algo distinto a lo que se siente siempre. No se encuentran circunstancias que ameriten este bienestar significativo de mi ser. Simplemente es la calma, claridad de los pensamientos que no se dejan entrever a primera vista. Algo está en equilibrio, algo se aferró fuertemente a su fundamento. Hay alguna parte de mí que ya ha encontrado el paraíso.
¡Qué bueno! Eso significa que tarde o temprano lo que falta de mí, también, ha de llegar.