domingo, 31 de mayo de 2015

Sin tu música, caeré...

Como buena representante de una generación argentina, crecí bajo la estricta enseñanza del Capitán Barbazul y su amigo, el Capitán Beto.
Así fue que pasados los años, habiendo aprendido a caminar, a correr, e inclusive a volar tras mis sueños, es que llegué a convertirme en una persona que no se rinde fácilmente, que lucha por alcanzar sus metas día a día, dando mi mejor esfuerzo.
Pero nadie, ni siquiera la más feroz de estas bestias para domar, es incansable. En este mundo que nos envuelve en una vorágine de obstáculos, engaños y luces de colores, todos necesitamos una motivación, un mensaje que nos diga "no estás solo"... Y ese mensaje es el que me puso hoy tras mi teclado, nuevamente, para expresar lo que siento: no estamos solos.
No lo estamos porque existe ese acorde mágico, lleno de fuerza y vigor, que nos dice: Nosotros... también luchamos. 
Encontré una voz que siempre captura esa palabra que está volando por mi cabeza y no logro alcanzar; esa voz que cuando me siento agotada viene a sacudirme y darme fuerza para continuar. Encontré una combinación de acordes que vinieron para quedarse grabados en mi interior, que fluyen por mis venas revitalizando cada célula de mi ser.
Y juntos, con tan solo escucharlos, sé que todos juntos, luchando par a par, podremos algún dia lograr una verdadera libertad.

sábado, 2 de mayo de 2015

Mil cadenas

Cuando esa sensación de que no pertenezco aquí, que tan solo soy una vistante en este lugar, se apodera de mí, diciendome que este lugar es una parada inesperada en el tren que me lleva a mi verdadero hogar, es difícil sacarmela de encima.
El tiempo ha sido un diluyente de dicha sensación, que ha logrado ocultarla tras de muchos sucesos, tanto felices como tristes. Porque la vida solo bella no existe, inclusive nos haría olvidar que es lo realmente bello por habernos acostumbrado. Pero cuando ese diluyente se acaba, y vuelve esta sensación, me doy cuenta que poco a poco me he dejado arrastrar lejos de este lugar, queriendo encontrar las vías del tren que me lleva a casa. Porque las cadenas se cortan y ya no logran atarme, mantenerme cerca. Esas cadenas, que no eran limitantes sino de sostén, se han oxidado y dejado de cuidar. Se han roto los eslabones y ya me he cansado de quererlos reparar.