Poco a poco el reloj va desapareciendo, derritiéndose como una vela, como un trozo de hielo; el tiempo no transcurre como en otros momentos, cada vez más indeciso, cada vez más lento.
Y en este paisaje tan desolado de relojes fundidos, una voz hace eco de los miles de lamentos de los pobres desdichados que aquí nos hemos quedado, que aquí hemos acabado enterrados.
Hasta que un día nuevo, el reloj se detenga definitivo, y podamos liberarnos al fin de todo aquello que nos mantuvo atados.
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© 2006 Jaki CS
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