domingo, 13 de diciembre de 2009

No quería saber...

¿Vieron cuando se enteran de algo que preferirían no haberse enterado nunca? Es molesto. Hay veces que pagaría por retroceder el tiempo y no escuchar, no leer, ciertos comentarios, ciertas confesiones, ciertas anécdotas. Ahora me toca caer en una realidad que antes me era ajena. Admitir ciertas hipótesis que descarté para simplemente dejarme ser.
Hace bastante que no me permito enamorarme, que tengo miedo a que me lastimen. Conozco gente, mantengo cierta relación, pero el vocablo “amor” es tabú en mi vida. Soy precavida, intento no dar más de lo que me dan, simplemente porque cuando lo hice, me lastimaron. Tengo heridas que no han cicatrizado todavía, y están ahí, abiertas y expuestas a cualquier dolor. Y por más que intento dejar mis miedos de lado, que busco poder volver a confiar en que alguien me ayudará a curarlas, termino en el mismo lugar que al principio: agazapada en un rincón, tratando de contener la decepción e intentando volver a ver brillar el sol.
Me acostumbraron a desconfiar, ya no apuesto al todo o nada, por el miedo de perder. Y con cada persona nueva que aparece, busco la alegría en los hechos ambiguos, tener la esperanza de que lo nuevo será revitalizante y curativo, y darle la oportunidad de que me demuestre que se puede volver a empezar. Sin embargo, pareciera que la veta continúa y termina decepcionándome, incumpliendo sus promesas y dejándome sola. Me termina convenciendo que solamente estaba jugando conmigo.
Y finalmente se confirma el dicho: Ojos que no ven, corazón que no siente. Qué feo es cuando uno ve y tiene que afrontar las consecuencias de su corazón.

1 comentario:

Anonymous dijo...

te siento y te entiendo, me encanta como escribes, sigue asi.