domingo, 12 de diciembre de 2010

Lo perdimos todo

Nos confiamos que el mundo era demasiado extenso, que no tendríamos por qué preocuparnos si estábamos dispuestos a intentarlo. Pero una dura realidad nos golpeó de frente. Tuvimos que admitir que no sabíamos todo lo que creíamos saber. Perdimos la inocencia por el miedo de perder.
Y ahora hay que vagar por estas calles sin saber dónde nos espera una nueva crueldad, o si ese guiño es en realidad la puerta a nuestra felicidad. Nos volvieron desconfiados, mudos los gritos que se agolpan en nuestra garganta. Ahora ya no hay más zapatos que nos protejan los pies. Perdimos la inocencia, cansados de temer.
Duelen las ampollas que coparon nuestra alma. Tiemblan las piernas de tanto caminar, el frío nos tirita cada poro de la piel. Y tira para abajo la pena, hasta que nuestras rodillas flanqueen o hasta que de cara al barro deseemos la muerte. Perdimos todo lo que no motivaba o nos aferraba a festejar. Ahora no nos dejaron más que un vacío en el espíritu que cuesta rellenar.
Perdimos todo lo que creímos bello alguna vez, que creímos nuestro alguna vez. Lo perdimos, puede ser.
Lo que no se dieron cuenta es que vemos la luz al final del túnel… Ahora el recuperar lo perdido nos alienta a continuar, a seguir luchando hasta el final.

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