martes, 21 de junio de 2011

El rock del olvido

Se quedó asombrado mirando como el humo se elevó hasta el cielo abierto. Sus ojos no podían creer estar viendo eso otra vez. ¿Cuantas veces...? ¿Cuánto llanto debía derramarse sobre la acera? ¿Cuanto más? Pasaron los años, pasaron las noches en vela y los aniversarios. El grito de auxilio tardó en perderse en el viento de la ciudad. Sangramos la herida de tantos sueños perdidos.
Tardó en reaccionar, el shock aun se apoderaba de su mente ante tal falta de conciencia por los demás. En sus ojos un abismo a los oscuros recuerdos del limbo.
Ya resulta inútil intentar explicar el dolor que su alma carga, sobran las cicatrices de pelearse con la vida para seguir adelante, para seguir luchando contra la adversidad de saber que la inocencia ya no es parte de nuestro ser. Perdimos la ilusión de la inmortalidad. Somos hijos del rigor, sabemos que si queremos seguir de pie, tenemos que ponerle el pecho a lo que venga.
Y no lo sorprendió que todavía un pibe (o más) puedan pasar una bengala por los controles, que la hinchada sea más importante que el equipo o la banda. Eso es lo que le preocupó, el agravante es que no impresiona, no resulta impensado ¿Qué tanto tiene que pasar para que las marcas no sean cicatrices sino enseñanzas? Pensó.
¿Qué tanto tiene que pasarnos para volvernos conscientes de que tenemos el mundo en nuestras manos y somos los únicos que podemos cambiarlo?
¿Cuánto más? ¿Qué más?

Nunca más.-

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