Me dijeron que no podría, que por más que lo intentara no lograría salvar el destino que me estaba asignado.
Me dijeron que era inútil luchar, que por más banderas que levantase finalmente caería en la batalla decisiva.
Me dijeron que no me esfuerce por nada, que mire hacia abajo y guarde silencio. Que siga caminando por donde debía caminar.
Pero no les creí, y el mundo ha temblado repetidamente desde entonces bajo mis pies. Me advirtieron que eso sucedería, pero aun así no les creo.
Siempre hay algo por qué esforzarse, siempre hay algo por qué luchar, siempre hay algo en lo que creer...
Y yo creo en mí misma, en que mi destino no puede ser más fuerte que mi esencia. En que la espada se bajará solamente cuando la última batalla haya terminado. Sólo cuando por fin haya alcanzado la victoria.
jueves, 17 de abril de 2014
Dicen que dicen
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