Estoy metida hasta el cuello en este laberinto que yo misma construí. Me empeciné en hacerlo el más retorcido, infalible y cautivador que alguien pudiese ver.
Quería dar muestra de aquello que podía hacer y termine atrapada y sin orientación en sus paderes altas, verdes e insinuantes.
El laberinto con músicas místicas, luces tenues, se volvio mi cárcel perpetua, porque es mi voluntad quien custodia la puerta.
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