miércoles, 6 de diciembre de 2017

Entrega #3

Venía distraído charlando con uno de sus compañeros. Cuando levantó la vista creyó ver a alguien a la distancia que le resultaba familiar, pero su amigo lo empujó y cuando volvió nuevamente a mirar en la misma dirección, no había nadie.
Quizás el cansancio y el estrés le estaban jugando una mala pasada. Hacía noches que no dormía bien, que estaba preocupado por el final que acababa de rendir y por las demás cosas que habían sucedido en las últimas semanas.
No había vuelto a saber nada de ella, por más que buscara el momento, se acobardaba a último momento y terminaba por no preguntarle nada a Sofía. Tal vez era mejor así. Aún recordaba la mirada dura, llena de dolor y convicción, que le dedicó Nati la última vez que la vio. Nunca le había visto esa mirada en todos los años que la conocía, la había visto segura, confiada, enojada, pero no con esa dureza que podría haber derretido hasta el mismo Perito Moreno.
Si, era mejor dejar las cosas así. No quería volver a toparse con esa mirada, con esa certeza de que había roto algo en su interior. Le había gritado cobarde, y seguramente tenía razón, porque era un cobarde que no se animaba a buscarla y decirle lo mucho que lo sentía. Que sabía que estaba equivocado, pero nada podía hacer ya. Había aceptado las condiciones que le habían impuesto y tenía que vivir con ello...

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