martes, 13 de febrero de 2018

Perdidos en la niebla

Quizás era la infinita incertidumbre lo que hacía que la niebla impresionara más que de costumbre, pero ella se sintió desolada en medio de la luz difusa de la mañana. Miró hacia todos los costados, pero hasta donde alcanzaba su vista, la niebla lo cubría todo.
Gritó. Fuerte y hasta que le dolieron las cuerdas vocales, tratando de encontrar el camino, alguna señal de vida que le mostrara hacia dónde seguir. Pero nadie respondió. La niebla lo absorbía todo, incluso el sonido de su respiración. 
Sola y con miedo, cayó de rodillas, se dejó caer hasta sentir el suelo bajo de sí. El contacto con la tierra le dio una esperanza, no todo era niebla, al menos el suelo era firme. Se quedó acostada allí, hasta que el sol se elevó en lo alto. Sabía que debía levantarse y comenzar a avanzar, hacia algún lado, aunque no supiera cual, pero volver a estar de pie la asustaba. Se sentía atrapada en la seguridad del suelo...
De repente, un sonido captó su atención. En medio de la niebla, una voz logró atravesar el espacio hasta sus oídos. No podía distinguir las palabras, pero comprendió el tono de urgencia, el mismo que ella sentía en su interior. Obligó a sus manos a apoyarse sobre el suelo y levantar su cuerpo. De pie, buscó la dirección de la voz, gritando a su vez, para intentar guiar a su interlocutor hacia ella también. A medida que avanzaba en la niebla, sus pies pasaron de caminar con cuidado a correr, siempre siguiendo el sonido de la voz que cada vez era más claro, hasta que en un momento, el silencio volvió a hacerse presente. La voz dejó de escucharse. Ella se detuvo en seco, con el corazón latiendo fuertemente y la desesperación asomándose en su cuerpo. Giró. Giró para todos lados buscando algún indicio. Volvió a gritar, pidiéndole a la voz que volviera. Pero el silencio era su única respuesta. 
Una lágrima comenzó a caer por su mejilla cuando notó algo irregular en la niebla. Parecía como si hubiera tomado vida y se acercara hacia ella. No tuvo tiempo de procesar lo que veía hasta que lo tuvo frente. Ahí había alguien, otro ser que también estaba entre la niebla solo. Se quedó paralizada mirando como se acercaba. Quiso hablar, decir algo, pero su voz se había perdido en alguna parte de su garganta, solo pudo articular unas pocas palabras mientras miraba al hombre parado a solo unos pasos de ella.
-¿Eras tú... quien gritaba?- Dijo, aún desorientada y sorprendida.
-Sí, yo estaba llamándote. Escuché tu voz y supe que debía buscarte. Sabía que en algún lugar, entre toda esta niebla, te encontraría.- 

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