miércoles, 24 de febrero de 2021

El tiempo sólo conoce una dirección

Pasa el tiempo, no goteando poco a poco, sino corriendo cual río hacia el mar. Pero no es el mar el final del recorrido del tiempo. No somos nosotros siquiera el final de ese camino y es, quizás, por eso que sentimos el grosero peso del tiempo en nuestros hombros, porque no lo afectamos ni lo movemos, sino que nos arrastra en su corriente continua y nos lleva por todos lados.

Y en el camino nos encontramos con otros seres que son arrastrados, que, al igual que nosotros, no pueden escapar a la inevitabilidad del tiempo. Con algunos compartimos parte del trayecto y con ello anécdotas, risas, llantos, miedos y placeres. Con otros quizás solamente un par de cosas menos... Son todas esas experiencias, esos encuentros, los que nos moldean como hace el agua con un acantilado, solo que nosotros somos la roca que el tiempo corroe y nos da forma.

Y este camino lo recorremos todos, mal que mal, en la misma dimensión o en otras paralelas, pero lo cierto es que el tiempo pasa, nos lleva, nos forma y nos empuja a que sigamos hacia adelante, porque como cualquier río, no hay forma de que vuelva atrás.

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