lunes, 9 de junio de 2008

El Club de las Noches Sombrías

El callejón oscuro daba la impresión de estar abandonado de toda vida. La Luna brillaba alta en el cielo, marcando la medianoche. Nadie sospecharía que aquella media calle, conocida como "El medio de roque", era todo viernes a la noche el refugio de un selecto grupo. Con las campanadas de la iglesia frente a la Plaza lentamente el estrecho callejón se iba habitando. Sombras. Ellas se reunen todos los viernes a la medianoche, salvo las noches nubladas por razones obvias. Alguien se preguntará: ¿Qué hacen unas cuantas sombras reunidas a la noche en un callejón a la vuelta de una iglesia que está frente a una plaza?. Bueno, lamento comunicarle a esa persona que alguien ya se le ha adelantado y se dispuso a averiguar cuál era el motivo por el cual varias sombras, casi todas las del barrio, se reunen a la noche en aquel callejón a la vuelta de la iglesia que está frente a una plaza.
He tenido el placer de charlar con esa persona un día que por casualidad se acercó a mi sombra y le comenzó a hablar. Al principio pensé que estaba loco, y a decir verdad el que usara esos pantalones negros, con camisa azul y saco gris, tendía a confirmar mi hipótesis. Pero como sucede a veces, uno se equivoca y debe rechazar la nula y adoptar la hipótesis alternativa. Con esto me refiero a que en el momento en que notó que mi sombra no parecía querer responderle, y mi mirada hacia los costados para comenzar a correr ante cualquier movimiento brusco, pasó a pedirme disculpas por la intromisión y a explicarme la razón por la cual le quería preguntar algo a mi sombra. Como buena porteña, en un momento pensé que ese era el chamuyo más barato que me habían querido vender, pero respeté su persona y cuando la historia comenzó a tomar cierta lógica, me decidí a escucharlo. Entre varios desvaríos y comentarios inentendibles, logré rescatar el fundamento de su historia, que luego de esta desvariada interrupción me dedicaré a contarles:
Todo se inició un viernes, en que Don Cosme y Don Jaime se emborracharon en la Cantina de Pepe, caminaron a duras penas por la calle de la feria, hasta que finalmente junto al callejón del medio de roque, sus estómagos los vencieron y vomitaron todo el tequila barato y el café al cognac "Tres Plumas". Fue entonces cuando sus sombras decidieron abandonarlos todos los viernes a la noche, cuando sus respectivos dueños irían a embeberse y a vomitar en las plazas. Desde ese día las sombras de Cosme y Jaime (los nombres de las sombras quedan en la reserva por expreso pedido de las mismas) armaron el club de las noches Sombrías. La originalidad no es algo que caracterice a las sombras, y entre otros nombres se encontraban: "Viernes 3 a.m." (que fue descartado para prevenir demandas), "El club del callejón", "Sombras x2", "Sombras xN" (según la cantidad de sombras que pudieran querer unirse al grupo) y más adelante, cuando el consorcio ya estaba medianamente conformado, otras sombras hicieron sus aportes con: Casi figuras, C.d.S.A (Club de Sombras Aburridas/Abandonadas), El manto de la Noche, Hola So (aporte de la Sombra de Doña Lola, fanática de la "Su"), y demás que no recuerdo en este momento.
Desde aquel día, las sombras comenzaron a reunirse, primero las primeras dos, luego se fueron sumando las demás sombras. El tiempo fue pasando y más sombras del barrio comenzaron a acudir a aquellas reuniones en el callejón. Según el último recuento, ya son 96 sombras las afiliadas. Finalmente, no sólo las sombras de los clientes fijos de la Cantina de Pepe (la sombra del mismo Pepe fue la tercer miembro del club), sino que todas las sombras aburridas del barrio que por las noches tienen poco que hacer, fomentaron este ritual que se impuso en poco tiempo.
Entre las actividades más populares de las reuniones están: los chismes que trae la Sombra de la vieja del diariero, las partidas de Backgamon con las sombras de las piedras, la selección de chistes la Sombra de Juancito, el Insombrable (otro aporte de la Sombra de Doña Lola), debates sobre: "la existencia de las sombras si no hubiera luz", "¿las sombras chinas estarán al revés?", "¿A dónde van las sombras cuando mueren?", "¿Cómo hacen las sombras de las cigüeñas para traer a los bebés sombras?", entre otros.
Muchos han dudado de la existencia de dicho club, pero aquí entra la presencia de mi misterioso amigo, bueno, en realidad, amigo de mi Sombra. Él escuchó el rumor y decidió averiguar la veracidad del Club Sombrío. Varias noches recorrió el barrio hasta dar con el susodicho callejón. Cuando dio un paso dentro, una voz sonó en un rincón: "¿Quién sos, y qué querés?". Sorprendido le respondió: "Mi nombre es (Me permito censurar esta parte, para resguardar su persona), y estaba averiguando por cierto Club... de Sombras". No atinaba a ver si realmente en el fondo del callejón había alguien que le estuviera hablando, pero no lo parecía. Fue entonces cuando en la pared una sombra se hizo evidente, y sin cuerpo comenzó a hablarle en tono burocrático: "Ha llegado ud. al Club Sombrío (un "yo diría que mejor sería llamarse el Club de la So" se escuchó por el fondo que fue rápidamente sofocado), pero debe ser ud. una sombra para poder ingresar, o en su defecto, debe conseguir una sombra que lo proponga como socio". Pensativo le agradeció a la Sombra secretaria, y se despidió con la promesa de volver con una sombra amiga. Es así que comenzó a buscar sombras que le ayudaran a ingresar al selecto Club, pero ninguna sombra parecía querer hacerle la gauchada, principalmente porque ninguna siquiera le respondía cuando él se acercaba con cordialidad y les preguntaba si eran miembros del Club.
Cuando llegó al fin de su historia, creí que el Borda había sufrido una fuga de internos; lo despedí y seguí mi camino. Un tiempo después de ese encuentro, caminando por las calles de Buenos Aires, cerca de una plaza que tiene en frente una iglesia, encontré el famoso callejón "El medio de Roque". De tarde se encontraba solitario, así que me interné en él. Llegando al final, me vi parada frente a un escenario particular: allí, entre toda la basura había varias piedritas acomodadas de manera tal que parecían un tablero de Backgamon; eso llamó mi atención, pero decidí salir del lugar. Casualmente, o quizás no tanto, esa noche pase nuevamente por el lugar. De curiosidad nomas intenté entrar, pero algo me lo impidió, me marché de allí al escuchar una voz sin cuerpo que decía: "El Club Sombrío se reserva el derecho de admisión, por favor, vuelva con una Sombra miembro para ingresar."

2 comentarios:

Lulú dijo...

Volveré y seré millones Jaki, el finde leo lo que escribiste que me llamó la atención mucho el titulo...

Espero que ande todo bien por alli!!

Besotes!!!

Lulú dijo...

Porfis porfis, puedo hacer que mi sombra forme parte de club? A veces me comenta que se siente un poco sola... Espero que si!
Tengo que decir que este escrito tuyo Jaki, me ENCANTÓ la verdad :)

Te dejo muchísiimos besototes!!