viernes, 27 de junio de 2008

El otro

Estoy escuchando un tema que no tiene nada que ver con nada, y la pesadez de haber comido como 2 hs. después de lo habitual me ha traído a escribir. Antes de comer, mirar los platos sucios de mi hermana y mi vieja, y por dentro puteaba levemente el hecho de que iba a tener que lavarlos yo, como era de esperarse, me hizo pensar (¿qué raro, no?). Todos y cada uno de nosotros sentimos una bronca sana al ver que la gente no actúa correctamente. ¿En qué sentido? Bueno, por ejemplo, para seguir con el tema de los platos y así lograr mi catarsis en el asunto, yo no hubiese dejado las cosas sucias para que el que venga las lave. Por eso me genera un fastidio importante entrar y encontrar todo desordenado... (Va queriendo). Pero ese es sólo un banal ejemplo. En muchos otros aspectos de la vida, hay cosas que todos (y no acepto las negativas porque me costa con el 100% de confianza) no haríamos y no nos gusta ver que otros las hacen.
Pensándolo un poco se llega a un punto concreto en este razonamiento: no entendemos cómo para otras personas es tan difícil actuar de determinada manera si para nosotros, que no nos consideramos personas especiales, no nos cuesta nada. Es decir, por qué es necesario dejar todos los platos sucios, siguiendo el ejemplo anterior. O por qué cuesta tanto avisar con tiempo que no se puede acudir a una cita, o por qué no llamar para explicar que tuvieron un problema y por eso no pudieron ir a la reunión. Estoy tirando casos al voleo. Me acuerdo que una amiga que labura en frente del negocio me contó un caso que le paso: El hermano de una amiga de ella (y empezamos con las retorcidas relaciones interpersonales) había encontrado en un boliche un celular por de más bonito, y se lo había regalado. La cuestión es que cuando se lo cuenta a mi amiga, ella le dice que lo devolvería al dueño, por que al fin y al cabo, no sabían quién era el dueño y quizás el flaco/a tenía números importantes en el teléfono. Obviamente, la chica no la escucho y se quedó con el aparato. Moraleja: dos semanas después le roban el celular. Ella obviamente puteo y le contaba a mi amiga que eran unos malditos los que le sacaron el cel. Respuesta de mi amiga: "no hicieron más que lo que hiciste vos cuando te encontraste el celular." Jaque Mate.
La cuestión fundamental pasa porque el ser humano, por definición, es egoísta. No en un sentido estricto del concepto popular que se le da al egoísmo. Quizás alguien que curse psicología quiera corregirme en esto, y se lo agradecería. A lo que apunto es que nos cuesta aceptar que el otro sea diferente, que no pueda pensar y hacer las cosas como nosotros consideramos correcto. En definitiva ¿podemos afirmar que nosotros tenemos la objetividad sobre lo que es o no correcto? Aquí cualquiera puede refutarme que hay cosas de las cuales todos sabemos que son correctas o no, pero ya ven el sencillo caso de los platos sucios. Todo radica en que no se puede sencillamente exigir al otro que haga las cosas como nosotros quisieramos, porque ya de ahí se desprende que el otro está en la facultad de poder exigirnos que nosotros hagamos lo que ellos quisieran. Es chocante, lo sé, pero ¿Lo ven? Es verdad, y también es parte fundamental de mi pensamiento que hay un número de cosas que por convenio y sentido común (que es en lo que se basa mi opinión) que deben hacerse de una manera. Sin embargo, no quiero referirme a ellas, no es sobre eso lo que pensaba al momento que me decidí escribir este texto, sino a aquellas que en el día a día nos pasan. Veo mucho en la gente que se enoja, se toma con demasiada importancia (me incluyo en ciertos casos) actos de amigos, parejas, exparejas, hermanos, familiares, compañeros de trabajo o estudio, bla bla bla, y constantemente se quejan de ellos por tomar tal o cual postura. Nos cuesta aceptar que el otro no es como nosotros. Y en eso se basa la vida humana, por más globalización que queramos meterle al asunto: TODOS SOMOS INDIVIDUOS. Personas con sentimientos propios, vidas propias, perros Pochos y gatos Michifuses intimos. Por más que nos parezcamos a nuestros parientes, nadie puede negar que cada uno es como es. Y eso hay que aceptarlo. No podemos seguir exigiendo que el otro haga exactamente lo que nosotros esperamos que haga teniendo en cuenta lo que nosotros mismos haríamos en su lugar. Dejando de lado los trabalenguas sintácticos: Nadie va a hacer nunca las cosas de la MISMA EXACTA PERFECTA INVARIABLE manera que las haríamos nosotros en el caso. Pueden parecerse, pueden concordar en muchos aspectos, hasta pueden ser análogas, pero nunca serán iguales. Es así, y cuesta aceptarlo, incluso para mí, que hoy me pongo a escribir y escupir todas estas cosas. El hecho es que nos es chocante, inaguantable en una gran cantidad de casos que las cosas sean así.
Hay que aceptar que el otro es el otro, que tiene su individualidad y que por más que no nos guste, hay que aceptarlo como es y buscar esas cosas buenas que lo hacen como es, y intentar ver si de alguna manera, si es que algo no concuerda con nuestra mirada, podemos hacerle ver las cosas como nosotros y esa persona elegirá si está bien o no. Y punto.

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