jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Y si confieso que no sé que hacer?

Puedo decir muchas cosas, puedo mentir descaradamente, y ocultar mejor que un camaleón mis pensamientos entre tantas otras ideas que salen de mi boca. Puedo esta noche quedarme acostada mirando el techo, pensando y repensando, elaborando complicadas hipótesis y dejando mis palabras al costado de mi cama a medida que las horas pasan. O bien, puedo sentarme frente a mi computadora y escribir lo primero que me pase por la mente al tiempo que escucho un tema que me recuerda a un amor perdido, pasado. Puedo a su vez, escribirle a él, diciendo que extraño su perfección, su saber entenderme, saber siempre que era lo que yo necesitaba. Podría decir y jurar que lo amo y lo amaré toda la vida, porque es lo mínimo que merece alguien como él, porque es de esos amores que te marcan a fuego, que por más que nunca más vuelvan, uno los atesora como un preciado recuerdo. Pero admitiendo que ya pasaron.
Sin embargo, puedo optar por escribir sobre otra persona, una que no sabe lo que pasa por mi cabeza, o lo disimula muy bien. Otra que no es perfecta, que logra exasperarme como ninguna otra. Una persona que para algunos no les llame la atención, pero que para mí es importante. Alguien que logra que esté tranquila. Alguien que logra robarme mis espacios y toma protagonismo hasta en mis textos. Alguien que me roba el sueño, aunque no se entienda por qué. Puedo decir muchas cosas, dejarme al descubierto. Reconocer que misteriosamente algo me une. Y no puedo escapar a ello. Lo intento, lucho desesperadamente contra ese imán... Pero me viene ganando, me sigue atrayendo a pesar de mis intentos de lo contrario.
Y puedo esta noche acostarme pensando en esa persona, puedo borrar este texto para que nunca lo lea. O puedo publicarlo, mandar todo a la mierda, y seguir con mi filosofía de Ganas de...
Puedo hacer muchas cosas, pero la verdad, no tengo idea qué puedo hacer.

2 comentarios:

Il Capo dijo...

¡Gracias por el link!
Ya agregué tu blog en mi post.

Ale dijo...

Qué te puedo decir yo si viví una situación parecida, hasta que esa persona lo supo y no me vi correspondido. Conclusión, ¿hice bien en hacerlo? Si, porque sino hoy estaría aún con una historia en mi cabeza y el porrazo que me iba a dar iba a ser muchísimo peor. Sin descontar el hecho de que me arriesgé y es una de las poquitas veces que me sentí orgulloso de algo.

Besos!