miércoles, 22 de abril de 2009

El teatro

Las luces está alumbrando el centro. Amarillentas como los últimos rayos de Sol del día.
Un escenario. Vacío. Luces.
Juegos de sombras en los rincones, telón abierto de par en par. Escenografía de quién sabe qué historias fue ese escenario. Ahora las butacas están vacías, llenas de polvo, las arañas oxidadas y las puertas rechinantes. Viejo hogar de sueños e ilusiones, hoy no es más que la soledad hecha espacio. Nadie se para ya en su centro, enunciando un guión. Nada transforma las paredes lisas en ventanales a un jardín irreal. Toda magia ha abandonado aquel viejo teatro. Los actores, los escenógrafos, los maquillistas, los directores. Allí nadie pone algo en escena. Ahora su único actor es el tiempo que devasta cada pieza de madera que lo mantiene en pie.
Algún día, llegará la escena final, en la que el telón, con el peso de los años, se caiga, cubriendo el escenario por última vez.
Una escena triste y desconsoladora es aquél teatro. Sin embargo, en toda nostalgia que emana, una vieja historia se narra: Actor perdido en su vida ilusoria, por fin se ha dado cuenta que fuera del salón, hay una vida que lo aguarda. Un escenario que no tiene guiones planeados, del cual, nunca se sabe el final.

2 comentarios:

Café (con tostadas) dijo...

los cines y los teatros abandonados, vacíos, desmejorados me provocan una pena tan grande!

(pero que bueno que el actor salga un rato del teatro y del personaje!)

Cristian Lagunas dijo...

Me encanta el teatro, pero me entristece que poco a poco se vaya olvidando por cosas más actuales. Es muy triste ir a un teatro vacío, creo que representa una desilución como para los pocos espectadores como para los actores, que se han esmerado mucho para llevarnos esa magia. El teatro es magnífico. Y no sé si he interpretado bien tu entrada, pero pienso que quieres decir que todo debe seguir su curso, y así es...

Un saludo. Hace mucho que no pasaba por un blog, me ha alegrado mucho poder volver a leer entradas.

Cristian