miércoles, 10 de junio de 2009

Compartamos

No es tan común que mi mente se encuentre en blanco... Sin embargo, hace algunos días ya que no logro articular pensamiento reflexivo, o mejor dicho, digno de ser leído por alguien más a parte de mis ojos. No creo tener mucho que decir. No creo tener algo que contar, que transmitir. Mis pensamientos se reservan para el más recóndito rincón de mi cabeza. Allí se alojan, como escondiéndose del frío del invierno que ya toca la puerta de mi casa. Que ya se autoinvitó a mi paso de los años. Y en ese rincón, que debe ser cálido y acogedor, se recuestan como frente a una chimenea seguramente, a descansar de la coherencia del idioma, de los humores de su pensadora, del juicio de aquellos que luego los interpretan.
Es como aquella rebelión de palabras que sufrí una vez, cuando no logré encontrar la manera de decir aquello que estaba ahí. Pero hay hoy una diferencia, realmente no tengo nada que aportar, más que mi silencio y estas palabras que forman un fallido intento de explicación. Fallido porque no hay quién lo exija, intento porque no logran seguramente su objetivo.

Creo que son en días como hoy, en que lo mejor es compartir el silencio.

1 comentario:

Café (con tostadas) dijo...

y es muy bueno compartir el silencio... y es mucho más difícil ;)