sábado, 17 de septiembre de 2011

El silencio de las rocas

Existe lejos de estas tierras un paisaje oculto a la vista de un simple mortal, un valle entre montañas mágicas que encierra a increíbles criaturas. No me refiero a dragones o cantos de sirenas, son estatuas gigantes. Cuentan los viejos sabios que en esas enormes rocas fueron tallados los rostros de los Señores y Damas del universo, los espíritus que rigen todo lo que existe. El poder del fuego, el agua, el viento y la tierra se encuentran encerrados dentro de esas estatuas. Un templo de custodia a todo lo que compone la vida. Antiguamente ellas cantaban para mantener el equilibrio de todo lo que sucedía en la Tierra.
Pocos fueron los afortunados en llegar a ver ese lugar. Y sus registros de lo que vivieron allí dentro son escasos y ambiguos. Hablan de una música que suena desde las entrañas de las montañas, indicando el camino, mientras más cerca te encuentras, más fuerte la escuchas. Sin embargo, no es tan sencillo llegar, los peligros aumentan con cada tono, como si en realidad se tratara de la voz de la misma muerte la que te llama a su puerta. Sólo los ágiles y fuertes de corazón pudieron esquivar los obstáculos de la montaña. Y una vez cruzada la entrada se han quedado sorprendidos de la belleza majestuosa de las estatuas. Y del silencio. En todo el valle no resuena música alguna, ni el ruido del agua se puede sentir, sólo el silencio absoluto bajo la mirada firme de las Estatuas. Algunos han gastado sus fuerzas inútilmente en gritar, nada puede romper el sueño de las rocas. Ellas lo vigilan todo, lo equilibran, lo silencian.
Ni los más grandes profetas de la historia han podido explicar el porqué de este mudo sueño que llevan las estatuas... Pero se cree que simplemente han perdido toda voz intentando hacerse escuchar en vano mientras las guerras y las muertes acontecían en el mundo, luego de tantas lágrimas derramadas han preferido llevar adelante su dolor silenciosamente hasta el fin de los días.

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