domingo, 23 de octubre de 2011

No fue

"No fue bueno haberte conocido" fue la frase protagonista de esa historia desde su inicio hasta su fin.
Todo el dolor, las lágrimas y la desesperación que me generó esa parte de mi vida vivida junto a vos pesaron mucho más que el amor, el frenesí y la felicidad que bien me supiste dar.
Porque fue más alto el costo que el beneficio de tenerte conmigo. Porque aunque haya caído en el fondo del pozo y gritado desde lo profundo de mis entrañas por días, semanas, lo cierto es que el dolor con el tiempo se aplaca. Las heridas se secan con sal y todo vuelve a seguir un curso inértico de la cotidianeidad.
Y un tiempo después, cuando me preguntaron si ya no dolía, si la vida daba esas vueltas tan perras y te pusiera de nuevo frente a mí, si podría mantenerme en pie, supe que no lo sabía con certeza, que las heridas, por más secas que parezcan, dejan su huella y que no quería saberlo hasta que realmente algo así sucediera.
Más de un tiempo después caí en la cuenta lo imposible olvidar ese cuarto de mi vida que es tuya, te perteneció y así será por más que quiera convencerme de lo contrario. Lo pasado ya sucedió y no se puede cambiar. Y comprendí que ese no es el problema, es la realidad, lo que verdaderamente importa, lo que me tranquiliza, es que mi ahora es sólo mío y de nadie más. Refugiada en el silencio, quiero lograr acallar los gritos de tu nombre en mi memoria y aprender a dejarte ir totalmente de mí.
Fuiste un protagonista durante tres años de algo que me ayudó a crecer, me diste la mano cuando lo necesité y me ayudaste a levantarme incontables veces del suelo. Pero llegó la hora de soltarnos de una vez, de mi parte dejarte ir hasta que encuentres tu propio lugar, sin tener esas desesperadas ganas de protegerte sabe el cielo de qué cosas.
No fue bueno haberte conocido, tal vez, pero siendo un hecho irremediable me alegro de haber aprendido de nuestro encuentro.

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