martes, 16 de diciembre de 2014

Las pruebas nunca fallan

Algún día iba a pasar, iba a conocer a otra persona e iba a intentarlo nuevamente.
Finalmente fue más temprano que tarde, y lo comprobé, aunque toque otras pieles no encontré forma de borrar tus marcas en mi piel.
En una ocasión me sentí extraña, usurpada aunque yo misma había accedido. Sentí a mi piel diciéndome a gritos que eso no era lo que quería. Y me arrepentí. Me arrepentí de ser tan ilusa e ingenua al pensar de que yo misma podría obligarme a tocar a otro. 
Luego, en una gira de alcohol y rock 'n roll, cuando ya no tenía poder sobre mí misma, otra piel me llamó la atención, una más similar a la mía que la anterior. Y en esa otra ocasión, debo admitir que la química funcionó. O al menos eso recuerdo. Sin embargo, con el paso de las horas, de los días, nuevamente me sentí vacía en mi interior. Algo no había funcionado, esa química no fue más que un espasmo momentáneo y febril, tan frágil que el viento con su brisa más suave logró borrarla de mi vida, sin más.
Tendré que hacerme a la idea de que tus caricias dejaron tatuajes en mi piel, y allí estarán siempre, parte de mi, parte de mi ser.

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