Solo importa ese segundo en que tu mirada se cruza con sus ojos, en que tu aliento roza su cara y en que tus oídos escuchan su voz. Sólo importa saber que esa persona existe y la haz cruzado en medio de este mundo loco de gente, y aunque el destino sea egoísta, aunque nunca puedas vencer tus miedos, sabes que cada momento que comparten juntos, por más pequeño e insignificante que sea, te enriquece, te ilumina, te ayuda a ser vos mismo sin prejuicios ni quejas.
Porque esa persona ve lo mejor de vos, o esa sensación es la que tu estómago trata de advertirte. Aunque prefieras engañarte y pensar que las mariposas no existen.
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