sábado, 6 de diciembre de 2008

Ja.!

Escóndete. Huye, cobarde. Nada tienes que hacer aquí. No necesito de tu caridad, no me hacen falta tus mentiras piadosas... Vamos, corre. Tenme miedo. Paralizate ante mi presencia que no cualquiera puede hacerme frente. ¿Acaso dudas de mi fuerza? Pues intenta pelear contra mí, insignificante mortal. No podrás vencerme. Nadie puede. Así que vete, huye lejos y no vuelvas jamás.
Ahora bien, si tanto valor logras juntar, ven y encarame. Lucha conmigo e intenta vencerme. Podrás herir mi cuerpo, jugar con mi alma y lastimar mi corazón. Pero no te apresures en festejar tu victoria, cuando menos lo esperes, yo tendré tu posesión más preciada entre mis manos: Tu corazón. Aunque trates de ocultarlo, aunque finjas no tenerlo, será mio. Y ahí realmente te darás cuenta que, siempre, la vencedora fui yo.

1 comentario:

Transeúnte dijo...

Me gusta mucho tu blog, las entradas son muy bonitas y las reflexiones... muy ciertas.
^^