miércoles, 17 de diciembre de 2008

Verdades

Buscas el secreto, escondido en lo más remoto del tiempo. Estás caminando lentamente por las calles de Buenos Aires, observando las fotografías móviles de la ciudad.
Un tango ambienta tu vida, mientras la lluvia nubla tu visión. La intranquilidad te llena los párpados y el aire enrarecido recorre tus pulmones. Todo es un continuo movimiento esotérico que te encierra en ti mismo cada vez más. Entre todas las marionetas que cruzas, buscas eso que tanto deseas. Buscas una llave a la cárcel sin barrotes que te encierra. Estás continuamente deseando que en tus manos caiga la voluntad de tu propia vida.
Pero tienes miedo. Cada vez que una luz se asoma al final del túnel, corres despavorido hacia atrás. Tu camino es sólo tuyo. No quieres ver a nadie en él. O lo quieres, pero no lo admites. Le tienes miedo al contacto con algo más allá de tu control. Prefieres que el túnel que agobia tu vida esté adornado con ventanas, y ver a la gente caminando junto a vos. Pero nunca contigo. Lo deseas. Y odias desearlo. Odias admitir que tu salvación no depende sólo de ti. Que una mano amiga puede hacerte sentir tranquilidad más allá de lo esperado. Amas el control que ejerces sobre los demás, pero detestas pagar las consecuencias del mismo.
Todo termina donde empezó. Caminas buscando el secreto escondido en lo más remoto del tiempo, pero ya lo has encontrado hace mucho... Si dieras vuelta la cara, verías a tu salvación queriendo tomar tu mano.

1 comentario:

Jordim dijo...

la libertad individual es la única condena agradable..