viernes, 1 de abril de 2011

Cuando menos lo esperas

Estaba tratando de salir del caos en que se convirtió su vida. Idas, venidas, huídas despavoridas. Quiso dejar todo eso atrás, y por unos meses logró una seudo-paz que la ayudó a dormir por las noches.
Consiguió un nuevo empleo, buscó sacar de su vida a aquellas personas que la habían herido en el pasado. Pensó finalmente en qué era lo que le hacía bien e intentó ponerse objetivos alegres en su futuro.
Ahora el castillo que había construido para su morada parecía ser de naipes y amenazaba con caer. La peor noche en varios meses trajo consigo miedos por lo que queda fuera de su alcance, por aquello que no llega a predecir.
Sus seres queridos sufrían, su cuerpo se negaba a descansar, y el destino pareció complotado para hacerla caer en un pozo de angustia y desesperación. Sin embargo, algo de luz aún la protegía de aquellas sombras que esperaban al otro lado de la ventana ver un poco de debilidad. No se dejó amedrentar por los fantasmas. “A poner la otra mejilla”, se dijo y con la frente en alto decidió afrontar lo que venga.
Basta de lamentos, y a seguir adelante, cueste lo que cueste.

1 comentario:

Bobby Coke dijo...

Bien, sean cuales sean las consecuencias.