martes, 3 de abril de 2012

No quedan más inventos

Cuando no se tiene nada más que decir, o lo que se quiere decir no tiene quién lo escuche, mejor ahorrarse las palabras. El viento sólo a las hojas mueve hasta la muerte. Las palabras perdidas en la brisa no llegan a ninguna parte.
Cuando no se tiene nada que decir, o lo que se quiere decir no encuentra las palabras adecuadas para verbalizarse, mejor no decir nada, mejor guardar las letras para crear extraños algoritmos lingüísticos que alguna vez siembren la semilla de una nueva expresión, de un nuevo sentido, del nuevo mundo.

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