sábado, 6 de diciembre de 2014

Sin mirar atrás



El silencio se interponía entre los dos como una espesa cortina de niebla. Ambos miraban para el suelo, sin animarse a levantar sus caras. Él la espiaba con la mirada gacha, viendo sus manos apoyadas sobre el piso, y se sorprendió al ver pequeñas gotas que caían entre ellas desde su rostro.
Levantó su mirada de a poco, buscando todo símbolo de dolor en su cuerpo, pero nada denotaba esas lágrimas que caían de sus ojos, salvo el leve choque que hacían al caer contra el suelo.
-Perdón...- se escuchó decir, sin mucha convicción.
-¿Perdón? No tienes nada por qué pedirme perdón.- Tampoco su voz daba indicios de dolor, ¿acaso estaba imaginando esas lágrimas que seguían cayendo contra el piso? No resistió el impulso y se colocó frente a ella, tomó sus manos y la obligó a mirarlo. Otra sorpresa se apoderó de su rostro al ver que el dolor tampoco se reflejaba en su boca, que seguía tan sonriente como siempre, ni en su frente, que no mostraba arruga alguna de angustia... Sin embargo, sus ojos continuaban bajos. Le tomó la cara por el mentón y lentamente hizo que levantara la mirada. Lo que vio no lo sorprendió, allí estaba el dolor, oculto tras un muro traslúcido, pero impenetrable.
-Perdóname, yo te hice todo esto.- Se escuchó decir otra vez.
-Ya te lo dije, no tienes que pedirme perdón. Ya no hay más nada que hacer.- Le respondió ella, manteniendole la mirada.
-Eso es verdad, ya no hay más nada que hacer. No llores, por favor no llores. No me gusta verte llorar.
-No puedo evitarlo. Algo ha muerto hoy. Darme cuenta que me mentiste, que me engañaste sin razón... Eso me duele muchísimo. No hacía falta, ninguna de todas las mentiras que me dijiste hacían falta. Me hiciste llegar hasta aquí bajo engaños guiados por tu propio egoísmo. No fuiste capaz de dejarme elegir si yo quería tomar este camino. Es duro, ¿sabes? Darte cuenta que el hombre al que amas te ha engañado. Y no me refiero a la infidelidad, sino al engaño propiamente dicho.
-Perdón...- Y se escuchó repitiéndolo en su propia cabeza una y otra vez, pero un nudo en la garganta le había cortado el habla.
-No, lo siento. Pero no me pidas perdón, de nada sirve. Si realmente necesitas mi perdón, no puedo dártelo, no de esta manera. La mentira es lo peor que pudiste haberme hecho.
-Lo sé, perdón, perdón...- Y esta vez vio sus propias lágrimas cayendo en el suelo.
-El perdón no es algo que se pide, se gana. Pero ya no queda más tiempo para seguir intentando. No llores, mi amor.- Sintió su mano cálida limpiando las lágrimas de sus mejillas. Volvió a buscar sus ojos y allí estaban, llenos de dolor y amor entrelazados en un abrazo inseparable. Sabía el daño que le había hecho, sabía que ella no lo perdonaría. Había cometido un error, y ya no podría volver a remediarlo. Ella no lo dejaría. Ella se iría para siempre de allí, llevándose su amor lejos de él.
-Debo irme...- Dijo, cada vez con menos convicción.
-No, soy yo la que se va. Y aunque duela, este amor siempre vivirá conmigo. Mi corazón siempre será tuyo. Porque, aunque me hayas mentido, siempre tendré la esperanza de que un día, si esta vida es justa, nos de otra oportunidad. Pero hasta entonces, me iré, y me llevaré mi amor conmigo, para que no puedas hacerle daño. Es demasiado bello lo que siento por vos para que se transforme en algo malo...
Le dio un último beso, suave, sincero. Y se fue, sin volver a mirar atrás ni una sola vez.

1 comentario:

Gus º dijo...

Me gusto, junto con el video (audio) es una obra de arte en si. Aparte de tu narrativa deliciosa, tenes una voz muy fotogenica que hace que todo sea casi perfecto. "Maravillado quede", diria el maestro Yoda. Te felicito .-