jueves, 14 de mayo de 2009

Dr. Freud

Lo de anoche fue patético. Tuve un mal sueño, una pesadilla dirían los alejados de la psicología, pero la cuestión es que me desperté a las 3 am, con una sensación de inferioridad y fragilidad que me hizo acurrucarme contra la cabecera de mi cama. Miraba el techo de living (que es donde tengo mi cama) y la poca luz que entraba por la ventana creaba misteriosas formas que no ayudaban a mi mente a volver a dormir.
Si hubiera podido darme vuelta y encontrarme allí con un cuerpo al cual abrazarme, el de ese hombre con el cuál me siento segura, probablemente conciliar nuevamente el sueño no hubiera sido mayor problema. Pero como duermo sola, en una cama de una plaza y aquella persona no duerme conmigo, y, tal vez, ni siquiera quiere hacerlo, tuve que recurrir a un recurso que, creo yo, nunca antes había utilizado: me levanté de mi cama, agarré mi celular (que utilizo de despertador) y me dirigí a la cama de dos plazas de mi mamá. Mis padres son separados hace ya tres años, sin embargo mi madre, acostumbrada por 25 años, ocupa sólo un sector de la cama. En un principio pensó que era mi hermana (ella suele dormir con mi madre cuando se siente mal, tiene miedo o no quiere hacer su propia cama), pero a medida que me metía en la cama, me tapaba con cuanta manta había disponible, le dije que había tenido un mal sueño e intenté dormir.
Mientras mis ojos iban luchando para no ver las imágenes del sueño (entiendan, no le pedí a mi madre que me abrazara ni nada por el estilo, para mis veinte años, ya esta situación era lo bastante irónica), me di cuenta que en otras veces, cuando me encontré con malos sueños, solía levantarme, prender la computadora y escribir. Sin embargo, no hice eso en esta ocasión. ¿Qué había sucedido? No recuerdo bien qué habré pensado anoche, pero ahora a la mañana, luego de haber desayunado, caigo en la cuenta que ese sueño, esas imágenes tenían un especial significado, dadas las acciones que realicé. Son cuestiones personales que no quiero dejar escritas en mi blog, pero podemos resumirlas en hechos familiares que me llevaron a que, en vez de buscar auxilio en el frío mundo de Internet, me sintiera cerca de mi núcleo familiar, recordando que aún está ahí, aunque a veces ni lo parezca...

3 comentarios:

Josep Rivera dijo...

Tienes razón Jaki. A veces me pasa igual. Simplemente damos por sentado que tenemos familia y poco caso le hacemos o nos quejamos demasiado de ellos. Pero ante cualquier dificultad suelen estar ahí para dar el pecho por ti y animarte incondicionalmente.

Por ello esta bien en cierto modo hacerles entender que siempre contamos con ellos.

Saludos y besos.

Lucas.- dijo...

WOW. Tomate algo la próxima...

=)

Café (con tostadas) dijo...

uf, que feo momento el de un mal sueño! pero que lindo tener una cama con alguien querido (aunque no sea el hombre del que hablás) para ir a acurrucarse!!

Por suerte, hace rato que no me atacan los malos sueños. Lo que sí entiendo es esa sensación de núcleo familiar que se disgrega. Sospecho que hoy en día nos pasa a todos. Será que no pasamos de familia a familia? no sé...

Besos, mujer!

ah! sobre mi mesa hay un juego para que juegues ;)