martes, 21 de febrero de 2012

Magia

Una luz atraviesa el cielo en una estrella nada fugaz, que se impone en el firmamento consciente de su propio poder.
La luz se vuelve de colores infinitos, atrayendo la mirada de los pobres mortales que la miran anonadados. Un poder que se transforma en cientos de sensaciones sobre aquellos que quedaron deslumbrados por su belleza, un sitio común, entrada al laberinto de imaginaciones comunales.
Todos estiran su mano, intentando alcanzar el rayo de luz que los hipnotiza en una melodía silenciosa, como serpientes domadas comienzan a buscar la punta más alta del árbol para acercarse a la estrella, entrar a su portal, perderse en sueños de magia y felicidad, inocentes sueños del que jamás despertarían.
La luz se potencia, como una llama alimentada por la energía ingenua de aquellos a los que atrapó. Ambiciosa estrella que busca del dominio absoluto de los sueños mortales.
Pero casi en su éxtasis, la luz comienza a menguar, las alas de un ángel gris, perdido en el firmamento, despierta del letargo a los prisioneros. Los devuelve al estado original de realidad. Les demuestra que por más bellos que parezcan los sueños, de nada vale si sólo son construcciones imaginarias. Su cruda verdad los devuelve a un camino de roca y espinas. Cruel parece la acción del ángel, mas sólo ha cumplido con su deber: corta las cadenas de la mentira para darles la oportunidad de volver a vivir, a sentir, a disfrutar de un mundo que se abre frente a ellos con un abanico infinito de opciones para lograr llegar a una felicidad la cual no se perderá al despertar.

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