El sudor empieza a empaparnos. Tu rostro, el mío, como riscos por donde gotas comienzan a caer. El espacio entre nuestros cuerpos se vuelve obsoleto. Puedo sentir como se eleva el calor de tu piel, el brillo de tu espalda desnuda, es una invitación.
Me dejo llevar, te doy vía libre para que te apoderes de mi racionalidad, la vuelvas obtusa y me lleves por el camino donde esta humedad que me domina, que nos domina, comienza a ser placentera, a dejarnos deseosos de que nunca se acabe.
1 comentario:
Muy sutil. Sublime.
Publicar un comentario