martes, 20 de enero de 2009

Fuera de mi mente.

Soñé con tu rostro, observándome desde lejos, mientras mis ojos devoraban otro libro más. Soñé que venías hacia mí, despacio, disimulado. Te sentabas a mi lado y me mirabas mirar el libro, ya enterada de tu presencia, pero sin valor para apartar los ojos de las páginas. Soñé con que me preguntabas qué era lo que estaba leyendo, a pesar de ver tu mismo el libro temblando entre mis manos. Entonces, yo levantaba mi cabeza, lentamente, muy lentamente. Mis ojos se dirigían hacia enfrente, sin tener decidido aún si quería saber que eras realmente tú. Soñé con que tu mano apartaba mi pelo del rostro y de reojo te veía sonreír. Esa sonrisa perfecta que tan ruborizada me dejó. Tu voz era pausada, agradable, bella. Tu mano descansaba en mi pelo, acariciándolo con cuidado, como tanto me gusta. Mi cuerpo no respondía a mi mente. Sencillamente, quedé clavada en el lugar donde me encontraba. Sentada, con el libro entre mis manos, mi pelo entra las tuyas y el mundo girando alrededor, perdiendo el sentido a medida que corría el tiempo.
Soñé que con tu otra mano acariciabas mi mejilla, girando mi cabeza lentamente hacia tu rostro. Obligándome a que me enfrentara con tu ser. Mis ojos se cerraron. No quería. Soñé con que no quería... O quizás eso no era un sueño. Pero la cuestión es que cerré mis ojos. No te miré. No quería verte. No podía. No. No...
Sin embargo, me obligaste a ello, con sólo un leve aire saliendo de tu boca, invadiendome con tu aliento tan conocido. Tuve que abrirlos (¿ya quería?). Y allí estaban, tus ojos mirándome. Y tu sonrisa. Tu ser complotado para que mi piel se estremeciera de sensaciones encontradas. Soñé con tu boca moviéndose, pronunciando palabras que no llego a recordar. Soñé con tu piel cerca de la mía, emitiendo su aroma tan particularmente agradable a mi olfato. Y sí, inevitablemente soñé con un beso tuyo. Ese tan delicado, sólo apoyando los labios en los del otro. Algo tan inexplicable como para intentar escribirlo. Un beso de niños, quizás sería lo más cercano que llegaría a describirlo. Tan inocente, tan sincero, tan puro. Ese beso que nadie más me ha dado jamás. Llegado a ese punto, mi sueño comenzó a esfumarse. Ni mi psíqui ni mi corazón podían seguir soportando tal tortura. Demasiado hiriente era soñarte, tenerte nada más que en una ilusión.
Soñé con que te tenía entre mis manos, y sin embargo, te has escurrido como la arena de la orilla del océano.

3 comentarios:

another knife in my hands dijo...

Aii que hermosas las cosas que escribís *-* .

Café (con tostadas) dijo...

es que es casi imposible soportar un sueño con un beso así... con el pelo entre su mano y su otra mano en la cara y los labios apenas encontrándose... uf

Hay buenos besos, muchos besos, diferentes besos... pocos amontonan el alma como esos!

lully desnuda dijo...

Bonito haber llegado en el sueño hasta ese beso simple pero sentido, de roce de labios como niños inocentes. Dulces momentos de ensueño vividos de forma diferente.

Los sueños hacen parte de nuestra ultrasensibilidad.

Un abrazo con buena vibra para tí Jaki en este 2009!