"No es el corazón el que interviene en los intrincados caminos de los sentimientos, es el cerebro. Esa masa gris de aspecto monstruoso que gobierna los actos. Claro, que no sería tan poético, ni suena a título de bolero: Te llevo en el cerebro, o Abro mi cerebro a tu amor.
El corazón tiene mucho más marketing en la poética amorosa que los lóbulos cerebrales, pero al fin y al cabo creo que el amor es un sistema de pensamientos y conceptos fundados en una persona que genera la idea de que lo amamos.
La idea del amor nos pertenece, nos tortura, nos ensalza o nos debilita, la idea de amar a alguien nos guía, o simplemente nos enloquece."(1)
"El amor callado, el amor de los gestos, de las miradas, del contacto. El amor que no necesita decirse porque se escucha en el silencio
¿No es mejor sentir que alguien te ama sin necesidad de escuchar verbalizado el sentimiento? No es mejor que estar diciendo te quiero, te amo, sólo para escuchar un: yo también, que a veces sólo se dice como respuesta automática, porque se sabe que el otro espera el yo también. Cómo un acto reflejo, como cuando te golpean la rodilla y la pierna se levanta. Dando síntoma de buena salud. La buena salud del amor. Digo te amo, vos respondés, yo también. Te amo, yo también. A veces necesitamos engañarnos con palabras, porque en el silencio se arman verdaderas manifestaciones donde gritan sin piedad las verdades que no quisiéramos escuchar. Te amo, yo también, yo también, yo también. ¿Yo también te amo?"(2)
Me detengo aquí, porque realmente, ya lo dijo todo Malizia en su texto.
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