martes, 4 de mayo de 2010

Lejos

Descalza sobre el piso de cobre del otoño, mirando un horizonte moribundo del día que se despide hasta mañana. ¿Cuántas ocasiones hay en toda una vida para apreciar los pequeños detalles que nos vuelven magnificientes? No hay recuerdos en la mente, no hay sensaciones en la piel, sólo el sentimiento que recorre cada milímetro de nuestro ser, una paz que nace de compreder la relación de cada instante, el paso del tiempo, con nuestro propio destino.
Acostada sobre un colchón de hojas secas, siento como detrás de todo el sueño y muerte aparente, se está gestando la vida silenciosa, para deleitarnos con flores y césped cuando vuelva a visitarnos Septiembre.

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