martes, 28 de julio de 2009

La terapia

Llego a casa luego de un día pasado en la ciudad, tirada en una plaza hablando con mis amigas. Paso por el portal y pareciera que todo ruido externo se esfumara de golpe. Abro la puerta de mi casa, dejo las bolsas de verduras que compré en el camino. Saludo a mi gata y enciendo mi computadora, poniendo al instante música para relajar un poco los músculos de mis pies cansados de caminar.
Miro por la ventana y una luna media ilumina el suelo como si fuese llena. El cielo limpio, las estrellas. Es una noche apacible para disfrutar.
Enciendo la cocina y ordeno las cosas para preparar la comida: arroz primavera y milanesas, nada muy elaborado. Voy hasta el almacén para comprar lo que me falta. De vuelta, comienzo a cocinar, optando por la radio para ambientar el momento; nada fuera de lo común, una escena tan típicamente hogareña. Sin embargo, cocinar es como una terapia, la actividad que permite relajar mi mente y pensar las cosas con claridad.

Dentro de la cotidianeidad uno encuentra sus instantes para descubrir los grandes misterios de la humanidad.

1 comentario:

Café (con tostadas) dijo...

sí, cocinar es una gran terapia... especialmente cuando estás muy loca y triturás cosas con el cuchillo de filo y muuuuucha bronca! :P