Me dije una y otra vez que todo esto lo busqué, lo quise hacer cómo lo hice, pero me doy cuenta hoy, como tantos ayer, que esto no puedo haberlo querido así. O sí, quizás soy lo suficientemente masoquista como para autotorturarme. Aunque hay una tercera opción, que todo esto sea una combinación de las dos anteriores.
Y termino cayendo (siempre cayendo brusca y fuertemente) en la cuenta de que todavía me duelen los recuerdos, malditos recuerdos que me llenan de dudas que no me dejan en paz. Y estos pedazitos de felicidad perdidos en mi mente son una mala combinación cuando se mezclan con los temas que los ambientaron, porque mi piel revive esos momentos con demasiada memoria, y ahí es cuando me matan. Me clavan dagas en la espalda, porque me demuestran que sólo son eso: recuerdos, ilusiones del ayer que nada tienen que ver con la realidad de hoy.
Y entre tantas lágrimas, tanta realidad, no me queda otra que terminar admitiendo, como lo dije aquella primera vez, que tal vez no tengamos más noches, y tal vez no seas tú el hombre de mi vida...
1 comentario:
TREMENNNNNNDO tema!
a mi me trae recuerdos divertidos, por suerte...
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